La presión mediática por la paz es ensordecedora. Quien disienta está también contra las madres y el aguadepanela. Paz incompleta, ya que no parte de la derrota total del adversario, de esa que le obliga a someterse a las condiciones del vencedor. Por lo mismo, hay que catequizar la impunidad. En la escuelita enseñan desde los que sostienen que las Farc no tienen nada que hacerse perdonar, hasta los minimalistas que aconsejan tragarse la alimaña en aras del bien común.
Escépticos pronostican, empero, que a la paz con las Farc no se llegará nunca, aun si se embotella en vasija de baccarat, firmado y sellado, un acuerdo sobre los seis puntos en discusión. Su cúpula y sus huestes indoctrinadas no comparten la moral platónica y, por lo tanto, niegan el bien y el mal, salvo en términos revolucionarios que justifican el terrorismo. Por eso les cuesta tanto trabajo reconocer víctimas. Un pacto para dejar los fusiles modificará sus convicciones.
Colombia no se topará mágicamente mañana con arrepentidos, sino con arrogantes ansiosos de llegar al poder para imponer doctrinas totalitarias por otros medios. Idealmente, las Farc, integradas a la vida civil, deberían tomar el camino del Frente de Liberación Farabundo Martí, en El Salvador, o de los Tupamaros, en Uruguay, pilares del centro izquierda. Es lo que desea y lo que vende la izquierda democrática colombiana para aspirar, sin el fardo de las Farc al fin, a ser alternativa creíble de poder. Se engaña.
El secretariado de la Farc no cree en la democracia representativa. Su insistencia en una constituyente no es solo para intentar blindar sus crímenes de lesa humanidad de la jurisdicción de la justicia internacional, sino también para socavar los postulados que desde hace 200 años sostienen la institucionalidad colombiana. El M-19 consultaba la Constitución durante la toma a la embajada de la República Dominicana. Las Farc la desprecian. No es lo mismo haber acogido a aquellos, que abrazar a estos.
La opinión pública está siendo movilizada a escobazos en favor de la paz, pero convendría advertir, con el mismo énfasis, que será una paz coja. Al adversario no le interesa la concordia, sino el poder de cualquier manera, sin renunciar a hechos violentos, puesto que son condonados por la moral revolucionaria. La coerción llegará. El chavismo del vecino es su espejo. En la impune paz que se abre camino, la democracia colombiana meterá al seductor en las sábanas.
La insurgencia ha buscado y continuará buscando la destrucción del consenso que hace de Colombia una nación coherente, la misma que ha resistido con tanta entereza y por tanto tiempo el asalto narcoterrorista de izquierda y derecha. Su más visible resultado es la degradación de la justicia y la quinta columna marxista que la despieza. No está, por supuesto, sola. A la descomposición se adicionan factores exógenos al accionar de las Farc: la corrupción, el nepotismo político de las élites, el fundamentalismo ecológico.
Don Sancho Jimeno, defensor de Cartagena en 1697, vivió también la Guerra de la Sucesión Española que, tras un largo y cruel conflicto, culminó en 1713 con un mal arreglo. Para entronizar al borbón Felipe V en España, se aceptó un tratado nefasto que desmembró sus dominios y prolongó los enfrentamientos bélicos con Inglaterra por el control de comercio de América durante un siglo. Primó el interés dinástico.
Rodolfo Segovia
Exministro - Historiador
rsegovia@axesat.com
Fuente: http://www.portafolio.co
Nota: Que bonito como en ese último párrafo, a través de una figura literaria, el autor de manera retrospectiva nos hace reflexionar sobre el verdadero escenario del post-conflicto, que será seguramente marcado por el deterioro Institucional, la inestabilidad política, el fundamentalismo ideológico, la retórica populista trasplantada de nuestro vecino del Oriente. Todo ello, sin divisar que será mucho más difícil combatir decenas de grupúsculos y estructuras criminales herederas de las farc que se pelean a muerte por cooptar el vacío de poder, es decir, los negocios ilícitos y las áreas de influencia de los patrones que ahora se dedican a hacer política y dar clases de moral revolucionaria. Ahí si como dice el refrán: "El que juega por necesidad pierde por obligación", solo que el de la necesidad es Santos y los que vamos a perder somos todos.
Es preciso indicar que frente al teatrillo que está en escena en el País caribeño, todas las declaraciones y hechos que rodean a los diálogos de La Habana y los propios comunicados de prensa que surgen de las rondas de negociación dejan más dudas e inconformidades que certezas, eso es lo que no nos cuadra a la mayoría de los Colombianos, todos queremos la paz pero no confiamos en el proceso, en los términos de la negociación y mucho menos en las farc. El primer gran error, muchos recordamos, fue haber negado que se estaban adelantando las gestiones para iniciar el famoso proceso de paz, recordemos que el ministro de Defensa y el propio Presidente nos mintió a todos negando que eso se estaba llevando a cabo cuando el ex-presidente Alvaro Uribe ya sabía que la artimaña había empezado, hecho que posteriormente fue denunciado publicamente por este.
Tenemos un sin fin de declaraciones de las farc y el propio gobierno que a mi me generan más repulsión, ira, además de sorpresa que cualquier sentimiento medio positivo, rememoremos que tal vez lo que más le dolió al ex-presidente fue el reconocimiento desde lo Institucional de un "conflicto armado", cuando la tesis que se defendió durante por lo menos una década fue la de la "amenaza terrorista", este hecho es determinante ya que más allá de derrumbar muchos años de trabajo en el ámbito multilateral, le otorga también a las farc un status de cuasi-estado, entonces ya no se habla con un grupo terrorista sino con un par del Estado, de ahí que ellos consideren que no pueden ser juzgados o ceñirse a Leyes emanadas del Congreso de la contraparte, sino que esos asuntos se deben desprender y se deben ventilar necesariamente dentro de la asamblea nacional constituyente, porque en esta guerra no han ganado ellos ni el estado como para tener que someterse a las autoridades e Instituciones actualemente existentes. Así las cosas, esa soberbia de las farc en la mesa, reflejada en la intención de prácticamente refundar el Estado, la constante negación de hechos de terror, de violación a los derechos humanos, de su participación en narcotráfico es consecuencia de los propios yerros del presidente Colombiano.
Tenemos como ingrediente también, solicitudes desproporcionadas y muchas de ellas otorgadas por el gobierno. Por ejemplo me acuerdo de las siguientes: Piden canal de televisión nacional propio, periódico de circulación nacional, revista semanal de teoría política, estación radial propia, curules fijos en el Congreso de la República y en las Asambleas Departamentales, zonas de reserva campesinas a lo largo y ancho de las áreas en las que históricamente han tenido influencia, cambiar la forma de elección del Fiscal General de la Nación y el Procurador General de la República, participación en la junta directiva del Banco de la República, cambio de la forma en que se designan los magistrados de las altas cortes, redistribución de tierras, reforma agraria (Cuando los mayores terratenientes del oriente Colombiano a través del desplazamiento, la amenaza, la falsa titulación de bienes baldíos son ellos, además de la utilización de grandes cantidades de tierra altamente productiva para producir coca).
Entonces, si se discuten políticas públicas con este grupúsculo de delincuentes cediendo en el modelo de administración de la cosa pública y de paso en el modelo económico que está bien consolidado y, eso nada más es el primer punto, la verdad no sé a dónde iremos a parar. Por eso por ahí andan diciendo, que lo que no se gano por las armas se está ganando en la mesa y yo lo creo, porque esa es una arista de la denominada "combinación de todas las formas de lucha". Aunque el consuelo de muchos es que nada está acordado hasta que todo esté acordado, sin embargo, discutir sobre tierras y política agraria ya deja una marca indeleble en la historia de Colombia, pues las farc pasaron de ser una guerrilla comunista de corte stalinista anacrónica en la era post-soviética que nació como brazo armado del partido cumunista, a una guerrilla campesina, e Ivan Marques a ser el adalid de la Democracia.
Por último, con el rimbombante, auspicioso, histórico y esperanzador acuerdo en el punto dos, acerca de la participación en política, fíjense que para desgracia mía y de los que no solo leemos El Tiempo, el Estado les va a financiar las campañas, crea las denominadas circunscripciones de paz para que puedan ser elegidos con una cantidad más bien simbólica de votos, además ese acuerdo deja como dije al principio más dudas que certezas, ¿Cuántas curules van a aportar estas circunscripciones especiales? ¿Son elegibles los negociadores y cabecillas acusados y condenados por delitos atroces y violaciones al derecho internacional humanitario además de narcotráfico? Y si no son elegibles, ¿dentro de las farc que otro guerrillero tiene el perfil para ser elegible? Porque el guerrillo razo y el mando medio tiene un acervo cultural y político bastante limitado, muchos no conocen nada más grande que algunos caseríos y pueblos pequeños. ¿Cuándo van a ser elegibles? Esas circunscripciones corresponden con las zonas de reserva campesina? Lo más peligroso es una circunscripción especial en el catatumbo en plena frontera con Venezuela pro-farc como enclave chavista para servir de puente hacia el resto de Colombia. Y para rematar, desde el Palacio de Nariño y desde los medios de comunicación se le resta importancia a todos los actos de terror que proliferan por todos lados, se coloca Justin Bieber en la portada grandísimo primera pagina, en segunda página igualmente grande a Andrés Jaramillo de andrés carne de res y bien esquineado y chiquitico a los policías y soldados muertos, los atentados y las amenzas, y los secuestros ni se registran porque está prohibido.
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