El nuevo terminal valdrá $ 3 billones y comenzará con una de las tres pistas que tendrá.
La Aeronáutica Civil y la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) tienen prácticamente listo el plan que define cómo se construirá el aeropuerto El Dorado II y cuáles serán sus probables fuentes de financiación para hacerlo en terrenos entre los municipios de Madrid y Facatativá (Cundinamarca).
El nuevo terminal, que permitirá atender la creciente demanda de tráfico aéreo capitalino para los próximos 50 años, se levantará en una extensión de 1.980 hectáreas. Tendrá su propia torre de control, tres pistas, igual número de plataformas para aviones de grandes dimensiones y demás infraestructura aeronáutica requerida, según el plan maestro del aeropuerto que aprobó la Aerocivil.
El director de la Aeronáutica, Gustavo Alberto Lenis, y el presidente de la ANI, Luis Fernando Andrade, acordaron que El Dorado II se hará progresivamente, por etapas, y la primera de ellas comenzaría a comienzos del 2018.
La primera etapa
En la primera fase se construirá la nueva terminal, la primera pista de 3.840 metros de longitud (con posibilidad de prolongarse a 4.000 metros) que se hará paralela a las dos pistas que tiene El Dorado actualmente, la torre de control, las correspondientes calles de rodaje, la plataforma, las zonas de carga y de pasajeros, entre otros puntos.
Andrade informó que el análisis financiero arrojó que esta primera etapa costará alrededor de 3 billones de pesos. Es la plata que demandará la construcción de las instalaciones, sin la compra de predios.
Se calcula que para este proyecto se deben adquirir, inicialmente, 187 predios.
“Estamos diseñando un aeropuerto para los próximos 50 años. Es el momento de comenzar su construcción, porque hacer un nuevo aeropuerto puede emplear unos 6 a 7 años y se requiere empezar a distribuir las operaciones en dos aeropuertos”, dijo Lenis.
De hecho, en los estudios realizados para definir el plan maestro del aeropuerto El Dorado se determinó que las dos pistas del terminal actual pueden presentar “una saturación” este año, dada la creciente “alta demanda de operaciones”.
En el 2015, El Dorado movilizó 29’956.551 pasajeros y se pronostica que para el 2041 se tendrían que transportar unos 69,2 millones de usuarios, más del doble de los que vuelan actualmente.
Por ello, Lenis comentó que el nuevo aeropuerto será más grande que El Dorado actual, por cuanto este tiene dos pistas y el que se construirá tendrá tres más, cuando finalicen las etapas constructivas.
Los estudios de consultoría que han hecho la Aeronáutica y la ANI han analizado que entre los dos aeropuertos pueden mover esa inmensa cantidad de pasajeros (69’200.000) y cumplir con las 759.000 operaciones que se tendrían que atender para entonces.
El Dorado I o aeropuerto existente podría seguir movilizando 61,6 millones de pasajeros y realizar 587.200 operaciones. El Dorado II o nuevo aeropuerto se encargaría de transportar otros 7,6 millones de pasajeros y cumplir con 171.900 operaciones.
Quiere decir que El Dorado I se encargaría de continuar atendiendo la demanda del 89 por ciento del total de los pasajeros y el 77 por ciento del total de las operaciones, mientras que El Dorado II serviría para el 11 por ciento restante de usuarios y el 23 por ciento de las operaciones aéreas.
De acuerdo con Andrade y Lenis, se ha venido estudiando que el nuevo aeropuerto sea especialmente destinado para las operaciones de las aerolíneas de bajo costo en vuelos nacionales e internacionales.
Al planearse un nuevo aeropuerto con visión de largo plazo –expresó Lenis– se tiene la posibilidad regional de desarrollar un aeródromo nuevo en condiciones técnicas y operacionales adecuadas, con planes de ordenamiento territorial (POT) concertados con las alcaldías municipales y de Bogotá, y el departamento de Cundinamarca, para que no se construyan viviendas por lo menos 8 kilómetros a la redonda, y no ocurra como El Dorado actual, que sus terrenos vecinos se construyeron después de estar en operación el aeropuerto.
Conexión y financiación
En cuanto a la ubicación del nuevo aeropuerto (entre Madrid y Faca), este se halla a unos 15 kilómetros de El Dorado actual. Por ello, se necesita una conexión rápida, para que los pasajeros, por ejemplo, en tránsito no tarden más de 20 minutos en llegar de una terminal a la otra.
Por tal motivo, expresó Andrade, se vienen trabajando dos opciones de transporte. La primera sería la construcción de una carretera que tendría más de 15 kilómetros. Sería la prolongación de la calle 63 al occidente, pasando las avenidas Boyacá y Cali, el río Bogotá y en línea recta llegaría al nuevo aeropuerto. Esta sería un corredor inicialmente exclusivo para tráfico aeroportuario.
La segunda alternativa es la de aprovechar la construcción del tren ligero que pasará por Madrid, Faca, Mosquera y Fontibón y hacer una línea exprés hacia el nuevo terminal.
En cuanto a la financiación, el presidente de la ANI explicó que una de las fuentes contempladas son los ingresos que se percibirán por la concesión de las pistas de El Dorado.
“El contrato de concesión de las pistas vence en dos años. Lo que haríamos sería sacar una nueva licitación para las pistas que incluya también la construcción de la nueva terminal, la nueva pista, calles de rodaje y torre de control de El Dorado II”, indicó Andrade.
Por el contrato de la pista se perciben 50 millones de dólares anuales. La concesión se pactaría a 10 años, con lo cual se recibirían 500 millones de dólares que entrarían a financiar el proyecto El Dorado II. Otra fuente sería el aumento en el cobro de la tasa de uso de pista, por aterrizar y despegar. La tercera que está en estudio es si se aumenta la tasa de uso aeroportuario.
Por ahora, la fuente más clara es la concesión de las pistas cuya licitación se espera abrir a finales del 2017, para que las obras del nuevo aeropuerto comiencen en el 2018 y la construcción se haga en cuatro años.
Entre Madrid y Facatativá
El plan maestro del aeropuerto El Dorado fijó que la nueva terminal se debía hacer entre Madrid y Facatativá (Cundinamarca), al suroeste del aeródromo actual ubicado en el occidente de Bogotá, y no cerca de Nemocón (Cundinamarca), porque en los primeros terrenos no hay obstáculos para las operaciones aéreas, es área rural distanciada de las concentraciones urbanas y puede generar un nuevo desarrollo regional planificado. El plan viene informándose a la Gobernación y alcaldías.
LUCEVÍN GÓMEZ E.
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