Durante el diálogo de paz en Cuba, Luis Mendieta les dijo mirándoles a los ojos que «no le tengan miedo a la verdad sobre el dolor y el desangre que le ocasionaron a Colombia.
El tercer grupo de víctimas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias deColombia (FARC, primera guerrilla del país) llegó a La Habana a principios de octubre. Para ver a sus victimarios, para intentar perdonar en medio de un proceso de paz entre Gobierno y guerrilla que ya lleva dos años. Dentro de este grupo de víctimas, que hasta el momento se han mostrado conciliadoras, hubo una que llamó la atención justamente por lo contrario: por no perdonar.
Es el caso del general Luis Mendieta, quien estuvo secuestrado entre noviembre de 1998 y junio de 2010. Su secuestro fue cinematográfico. Ocurrió a las 4:45 a.m. del 1 de noviembre de 1998 cuando unos 1.500 guerrilleros de las FARC atacaron Mitú, la capital de Vaupés y, tras arrasar con la pequeña población, dominaron con relativa facilidad lo que había allí de fuerza pública.
A los que no asesinaron, los secuestraron, entre ellos a Mendieta y a los policías John Frank Pinchao -quien se les fugó en 2007- y Luis Hernando Peña Bonilla, quien fue asesinado por los guerrilleros.
El día en que lo secuestraron, cuando veía que ya todo estaba perdido, Mendieta llegó a llamar a su esposa —María Teresa Paredes— para despedirse de una vez y para siempre.
«Estuve once años sin los abrazos de mis hijos (...), enfermo y humillado»Pero en junio de 2010 sucedió lo inesperado: el entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010) anunció que el general Mendieta y tres uniformados más habían sido liberados por el Ejército en las selvas del sur del país. Un agotado y envejecido Mendieta apareció ante las cámaras. Era el oficial más antiguo de la Policía. No habló, se mantuvo en silencio, estoico. Desapareció. Viajó a Madrid (España) comoagregado de la Policía en la Embajada de Colombia en España. Allí permaneció durante algún tiempo y regresó.
Mendieta siempre se mostró crítico con los guerrilleros, es decir, con sus verdugos, y hasta se permitió el lujo de no estrecharles la mano en La Habana. Y su discurso fue una llamada de atención a las FARC y para los diálogos.
«Estuve secuestrado por ustedes durante 11 años 7 meses y 13 días sin luz solar, a la intemperie, sin abrigo, sin los abrazos de mis pequeños hijos y sin la cercanía de mi amada esposa, María Teresa. Enjaulado, encadenado, enfermo de paludismo y humillado. Creyeron quitármelo todo, pero jamás aprisionaron mi alma, mi espíritu (…)».
«Y hoy les hablo desde allí, desde la dignidad que nace de mis entrañas de ser humano, desde la libertad de hijo de Dios, para pedirles quedepongan su arrogancia y no le tengan miedo a la verdad sobre el dolor y el desangre que le ocasionaron a Colombia. “La verdad os hará libres” y ustedes como nosotros necesitan reconstruirse a partir de las cenizas dejadas por esta violencia. Acepté venir hasta aquí para mirarlos a los ojos, de ser humano a ser humano, para buscar un destello de verdad en sus pupilas», les dijo ante un auditorio que enmudeció. En dos años de negociaciones, nadie les había hablado a las FARC de esa manera.
Cinco millones de víctimas
Son más de cinco millones de víctimas las que hay en Colombia. Unas por las FARC, otras por los paramilitares de extrema derecha, los narcos, la violencia en general. Muchas sienten lo mismo que Mendieta. Muy difícil perdonar. Muy difícil aceptar que los guerrilleros salgan de las selvas y no cumplan una condena en las cárceles. A los colombianos, más que la paz, les preocupa el post-conflicto. ¿Podrán las víctimas perdonar a sus victimarios? ¿Podrán los guerrilleros reinsertarse en la vida civil? Habrá qué esperar qué acuerdan en la mesa de La Habana. Pero Mendieta ya mostró lo complejo que será.
Fuente: abc.es
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