Dos robots miniatura penetraron en las entrañas de una de las más enigmáticas pirámides de la ciudad sagrada de Teotihuacán del México antiguo; y tras una investigación de 11 años, este miércoles ha sido develado el misterio de hace dos mil años del templo de la Serpiente Emplumada, o Quetzalcóatl en lengua aborigen náhuatl, anunció el Instituto Mexicano de Antropología e Historia INAH.
Después de los descubrimientos que se han anunciado, se impone "una confrontación de datos, la revisión de hipótesis e, incluso, cotejar la cronología de una metrópoli que se desarrolló a lo largo de ocho siglos", desde su fundación un siglo antes de Cristo, hasta su esplendor y decadencia en el Siglo VII d.C.
Una rica ofrenda milenaria
Bajo la tierra, al menos 25 trabajadores, entre ellos el señor Julio Alva, descendiente del cronista indígena de la antigua región de Texcoco sobre la cual se levanta Teotihuacán, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, "han hecho esfuerzos por acondicionar este túnel, lo que ha requerido el retiro de 970 toneladas de tierra y piedras".
De 2009 a la fecha se han invertido apenas 14 millones de pesos, poco más de un millón de dólares, en el proyecto, con uso de espectroscopía infrarroja y Raman, y la detección de radón, un gas radioactivo, en el túnel.
Los trabajos comenzaron hace 11 años con un hecho fortuito: una mañana de octubre las intensas lluvias dejaron abierta una oquedad de 83 centímetros, frente al edificio de La Ciudadela de Quetzalcotal.
Por la fuerza de los elementos, llegó la hora de explorar un tiro de 15 metros de profundidad que conducía a un túnel de 120 m de longitud, hasta llegar bajo el Templo de la Serpiente Emplumada.
Los arqueólogos del INAH han llegado sólo a los 103 metros de la entrada, donde descubrieron la abundante ofrenda ritual que abarca 4 metros de ancho y 8 de largo.
Miles de cuentas de diversos materiales, jade importado de las regiones mayas de Guatemala, pelotas de hule, huesos y restos de pelo de grandes felinos, esqueletos de escarabajos, discos de pirita y una caja de madera que contenía decenas de conchas labradas.
"Ahora tenemos todas las evidencias que corroboran que la Ciudadela (de Quetzalcóatl) era utilizada como un santuario para recrear no sólo los mitos de la creación original, sino también la dominación política. Seguramente las estructuras de poder utilizaban este espacio para justificar su ejercicio", dijo en conferencia de prensa Teresa Franco, directora general del INAH, al anunciar una fascinante ofrenda de casi dos milenios descubierta.
Toda la actividad ritual se realizó hace casi 2.000 años, entre los años 150 y 200 después de Cristo (d.C.), en la fase de construcción de la Calle de los Muertos, o Miccaotli, cuando se modificó en tres grados toda la traza de la gran metrópoli de Teotihuacán para lo cual se derrumbaron estructuras previas.
La Ciudad donde los Hombre se Convierten en Dioses, que es el significado toponímico de la metrópoli conocida por las monumentales pirámides del Sol, de la Luna y por el espléndido templo oculto de la Ciudadela dominada por el Templo de Quetzalcótal, tuvo su esplendor entre los años 250 y 650 d.C., mucho antes de la conquista de los españoles en el siglo XVI.
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