El efecto inmediato que tendrá esta alternativa de suministro es el alivio de las necesidades internas del combustible y el acceso al mismo por parte de sectores como la industria.
La primera entrará en funcionamiento en diciembre, en Cartagena. La otra ya tiene licencia ambiental. El Grupo Puertos, Inversiones y Obras la construirá en el Pacífico.
El ruido en torno al abastecimiento de gas en Colombia parece más un problema de percepción que de fondo. Si bien durante el fenómeno de El Niño la oferta se ha quedado corta para cubrir la operación del parque térmico, el problema ni siquiera es si hay o no hidrocarburos, sino la poca celeridad con la que se adapta la regulación para tomar decisiones que generen soluciones estructurales para cubrir la demanda.
Tal tesis quedó demostrada en esta sequía. Aunque la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) dio en su momento la señal para la construcción de una planta de regasificación que pudiera garantizar el hidrocarburo para los generadores térmicos, la construcción de la plataforma se inició a mediados del año pasado y, con suerte, en noviembre podrá llevar a cabo el primer proceso de importación.
De haber estado lista antes, probablemente hubiera evitado el estrés de un criticado sistema eléctrico, hoy ajustado por incidentes que se han salido de las manos del Gobierno, problemas meramente operativos —como el incendio en el cuarto de máquinas de Guatapé o la avería de una de las turbinas de Zona Franca Celsia— que comprometen cada vez más la posibilidad de superar esta sequía sin necesidad de un racionamiento programado.
En todo caso, el gerente de la Sociedad Portuaria El Cayao, José Luis Montes, a cargo de la construcción de la obra de la regasificadora de Cartagena, una plataforma que permitirá al país importar gas de los mercados internacionales, aseguró que el avance del proyecto supera el 70%. En diciembre, las termoeléctricas tendrán la posibilidad de importar 400 millones de pies cúbicos diarios de gas, lo suficiente para atender su demanda.
El efecto inmediato que tendrá esta alternativa de suministro es el alivio de las necesidades internas del combustible y el acceso al mismo por parte de sectores como la industria. Pero hay que aclarar que los 400 millones de pies cúbicos que está en capacidad de procesar la regasificadora no son los mismos que van a ser liberados de la oferta.
De acuerdo con el director de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (Andeg), Alejandro Castañeda, la regasificadora se construyó para cubrir la demanda de Termocandelaria —hoy intervenida por la Superservicios—, Termoflores y Tebsa, pero solamente esta última está generando con gas. Eso quiere decir que, con las condiciones actuales, el mercado local contaría con 130 millones de pies cúbicos diarios adicionales.
¿Cómo no perder la autosuficiencia de gas? El plan indicativo de gas presentado ayer por la UPME es claro. El déficit del hidrocarburo está pronosticado para 2022, no se espera un incremento importante del número de carros convertidos de gasolina a gas ni la construcción de generadoras térmicas que operen con el recurso. La regasificadora vuelve a aparecer en este mapa, pues si no se hubiera construido en dos años el país tendría que buscar alternativas para satisfacer las necesidades.
Entretanto, no solamente es importante contar con el recurso, también lo es el desarrollo de infraestructura de transporte para poder llevarlo a donde se necesite. La salida del combustible de Córdoba y Sucre hacia Cartagena, que será posible gracias a la ampliación de un gasoducto por parte de Promigás, y la posibilidad de que los sobrantes de Bogotá fluyan hacia el suroccidente del país, son apenas dos de los proyectos fundamentales para el planeador del sector gasífero.
Un proyecto que gremios como Naturgás han pedido que se analice con calma y que, dependiendo de las verdaderas necesidades de la demanda, sigue en los planes de la UPME. El director de la entidad, Jorge Valencia, reveló un detalle que al parecer muchas personas del sector ignoraban: la regasificadora del Pacífico es prácticamente una realidad. De hecho, fue por petición de los inversionistas que la UPME lo incluyó en los planes indicativos.
Valencia informó que Puertos, Inversiones y Obras S.A.S., una organización con experiencia en el sector de infraestructura portuaria e hidrocarburos, ya tiene los permisos ambientales y los trámites portuarios para llevar a cabo el proyecto están listos. Por eso será necesario un gasoducto que lleve el recurso desde Buenaventura, donde estará la plataforma, hasta Yumbo o Cali. Así se garantizaría la confiabilidad del suministro en el suroccidente con 400 millones de pies cúbicos diarios.
La suerte está echada. Colombia le va a apostar al gas. Es importante reconocer las falencias que el país tiene para acceder al hidrocarburo y comenzar a trabajar en solucionarlas. Desde lo ambiental ya hay una batalla frontal a favor del recurso. El ministro del ramo, Gabriel Vallejo, no lo pudo decir más claro: “Son medidas de tiempo, pero está claramente definido que la sustitución de combustibles fósiles se tiene que dar por energías alternativas, llámese eólica, solar, y en un renglón siguiente el gas. Es una realidad, no para Colombia, sino para el mundo”. ¿Estarán preparados los productores de carbón?
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