A 10 años de la creación del Curso Básico Conjunto de Aviador Militar (CBCAM) aún persiste la crisis en la formación de pilotos militares. Las promociones de jóvenes oficiales recién egresados (en la jerarquía de alférez, guardiamarina y subteniente) se acumulan año tras año porque no hay suficientes aviones escuela. Esperan hasta tres años para comenzar el entrenamiento, en ese lapso ocupan el tiempo en actividades complementarias como el aprendizaje de inglés. En la actualidad suman 87 los jóvenes oficiales de Fuerza Aérea, Armada y Ejército en esa situación.
El cuadro de angustia tuvo algunas palabras de optimismo: "No concebimos una Fuerza Aérea que no vuele y en ese camino vamos a transitar nuestro mandato", dijo el ministro de Defensa, Julio Martínez, el 1 de mayo pasado durante la ceremonia que conmemoró el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea en el conflicto del Atlántico sur. Y aseguró: "Vamos a dar las batallas que corresponden en la lucha por el presupuesto, para tener lo que nos corresponde, para poder tener las horas de vuelo".
El curso se creó durante la gestión de Nilda Garré en 2006 y está bajo el control funcional del jefe del Estado Mayor Conjunto, cargo que hoy ocupa el general de división Bari Del Valle Sosa. La instrucción unificada en la Fuerza Aérea buscó ahorrar recursos concentrando el esfuerzo presupuestario y cimentar el trabajo conjunto de los uniformados, una política central luego de las fallas en interoperabilidad que mostró la Guerra por las Malvinas.
La crisis en la instrucción conjunta viene de arrastre desde 2006 porque la máquina empleada, el Mentor B-45, tenía más de 50 años de uso y dijo basta a poco de iniciado el entrenamiento. A los tumbos continuó el ciclo instructivo con aeronaves suplentes, entre ellas, avionetas Cessna y Piper Dakota.
En 2013 la administración Kirchner adquirió 10 aviones entrenadores nuevos de origen alemán Grob TP 120 para solucionar el colapso en la instrucción.
Llegaron en tandas, la primera de 4, luego sobrevino el faltante de dólares en el Banco Central, que puso un torniquete a los pagos externos trabándose la entrega de los restantes, arribaron recién en diciembre de 2014. Las 10 aeronaves pertenecen a la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), la empresa que se encarga del mantenimiento y tiene un contrato de alquiler con la Fuerza Aérea por el que percibe 1.200 dólares por cada hora de vuelo.
"De esas 10 unidades nuevas que están a cargo del ingeniero Hugo Conci hoy vuelan sólo dos", confirmaron fuentes gremiales de la fabril cordobesa. "La falta de repuestos -nunca se adquirió un lote completo sino con cuentagotas- sumada al ajuste actual en los números de la fábrica dejó casi a la totalidad de los Grob en tierra. El dato más grave es que ante la imposibilidad de adquirir repuestos se procedió a desguazar (sacar partes y componentes) a los aviones matrícula E-502 y E-503" agregó la fuente.
En el ambiente sindical y entre operarios y técnicos corren interpretaciones políticas que explicarían la parálisis de la flota de Grob. "Forma parte del sentimiento de revancha porque esos aviones fueron adquiridos durante el Gobierno de Cristina de Kirchner", dicen. "Por eso también quedó trunca la segunda etapa de adquisición de 5 unidades más, el trámite se cayó el último mes antes del cambio de Gobierno", completaron las fuentes.
fuente: ambito.com
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