miércoles, 14 de diciembre de 2016

El jueves se inaugura centro de cáncer infantil más grande de Colombia

La construcción tendrá la mejor tecnología y el equipo de oncólogos pediatras con mayor experiencia.


“Panchis, esto está hermoso, esto está muy lindo”; Santiago Cadena Rueda era el niño más feliz ese día a pesar de que había acabado de salir de su quimioterapia. Con sus escasos 7 años, caminaba por el centro de atención de cáncer infantil más grande de Colombia. Sí, el nuevo.

Es que era como ver que su casa, la que lo ha acogido durante su enfermedad, estaba estrenando de todo. El pequeño se enteró de que tenía leucemia el 8 de febrero porque sus rodillas le comenzaron a doler y su rostro permanecía todo el tiempo pálido.

“Fue un golpe muy duro para la familia, pero Dios nos trajo al Hospital La Misericordia y eso ha sido una bendición”, dijo Esperanza Uribe, la abuela del niño.

La historia se les transformó del dolor a la esperanza el primer día que pisaron el hospital. “Desde el portero hasta los médicos, pasando por las enfermeras y los administrativos nos han tratado todo el tiempo con amor”. De hecho, Santiago pudo terminar su año académico gracias al programa de aulas hospitalarias. Ya entra a segundo de primaria.

Así han venido superando la parte más difícil de este drama; la quimioterapia y ahora la radioterapia. La meta es verlo recuperado.

Esta historia no es aislada; por lo menos, no en este hospital. Y lo mejor es que así será el tratamiento de miles de niños que podrán ser atendidos gracias a una obra de 9.000 metros cuadrados, dotada de la última tecnología para la atención de cáncer de niños en el país, gracias a la labor de la Fundación Hospital Pediátrico la Misericordia (Homi), que desde 1897 ha estado a la vanguardia en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades infantiles de alta complejidad.

En total, la inversión, incluyendo dotación, estuvo alrededor de los 35.000 millones de pesos. Gracias a la ayuda de Findeter y empresas como Prabyc Ingenieros, este objetivo fue posible, aunque la deuda es grande pero valió la pena.

En los últimos dos años, el 79,9 por ciento de los niños con cáncer que han sido tratados en Homi se han curado de su enfermedad mientras que, a nivel nacional, el estándar de sobrevivencia se encuentra alrededor del 50 por ciento. “Puedo decir que somos pioneros en pediatría en Colombia y un centro de referencia en todo el país”, dijo Mauricio Barberi Abadía, director de la fundación.

El edificio


No es una obra cualquiera. En un país donde los niños con cáncer fallecen esperando atención médica, un edificio nuevo para la atención de esta enfermedad es todo un milagro.

Solo en el 2015, el Hospital de la Misericordia recibió a 1.106 niños con cáncer, hizo 3.461 ciclos de quimioterapia y más de 1.358 procedimientos de oncología, entre otras muchas atenciones pediátricas. Aun así, no alcanza a cubrir la demanda.

Pero esta semana, la historia cambia. El centro de cáncer infantil más grande del país, con la mejor tecnología, infraestructura y el equipo de oncólogos pediatras con mayor experiencia será inaugurado.

Allí hay ya 51 camas unipersonales para niños con cáncer, 26 de unidades de cuidado intensivo pediátrico, 11 de cuidado intensivo neonatal y áreas de diagnóstico ambulatorio. También habrá equipos de alta gama para realizar exámenes, como las resonancias.

El jueves 15 de diciembre del 2016, a las 10 de la mañana, este lugar abrirá sus puertas. “Los niños con cáncer no pueden luchar solos; necesitan del apoyo de toda la sociedad. Aquí vamos a poder atender a más pacientes desde que nacen hasta los 17 años con altos estándares de calidad, basados en el amor por los niños y en eliminar todas las barreras en la atención”, dijo Barberi, el hombre que recorre los pasillos detectando la más mínima grieta para que los niños no se vayan a sentir en un lugar feo. 

Es perfeccionista, le pide a todo el mundo que tenga cuidado con las paredes, que no arruguen las camas, que los vidrios estén en perfecto estado. Pero su voz no solo le sirve para mandar, de vez en cuanto suelta un chiste o hace reír a un niño.

El proyecto no ha terminado. El doctor Barberi quiere dedicar el otro año a construir un hotel de paso, en dos casas que quedan cerca de la sede del hospital. “Eso les va a permitir a las familias acompañar a sus familiares en el transcurso de su enfermedad”.

La fundación también trabaja en investigaciones y busca que el Gobierno Nacional les permita hacer el registro nacional de cáncer en niños, por ser los que más conocen el tema en el país.

“Hay muchos planes, pero no podemos solos. Les decimos al Gobierno y a los privados que cuidemos a los niños para que el adulto no se enferme”.

“La risa inocente de un niño es música de bellísimas armonías; es luz, es consuelo, es dicha, lo hace olvidar a uno, por un momento, que existen tantas miserias en el mundo”. El 6 de junio de 1905, el doctor José Ignacio Barberi Salazar escribió esas palabras. Tal vez lo hizo recordando a su amada esposa, María Josefa, que trabajó a su lado durante años para construir el primer hospital pediátrico del país.

El proceso no fue fácil. José Ignacio tuvo primero que graduarse como médico y abogado de la Universidad Nacional, viajar a Inglaterra y, durante nueve años, cursar de nuevo la carrera de medicina. En 1895 regresó a Bogotá, una ciudad donde los niños enfermos morían sin explicación, por las deplorables condiciones higiénicas de los lugares donde eran atendidos.

El primer paso para cumplir su sueño fue más modesto. “Se trataba de un centro de atención que se ubicó en la ‘calle de las cunitas’ (carrera 9.ª entre calles 12 y 13). Era un consultorio donde mi bisabuelo y su esposa atendían a los niños más pobres de Bogotá, los aseaban y les regalaban medicinas. De hecho, tenían una botica. Muchos médicos se educaron en la especialidad en ese lugar”, contó Barberi.

La historia es larga porque luego vino una lucha incansable para conseguir los recursos que permitieran construir el Hospital de la Misericordia, en la avenida Caracas n.º 1-65, en cuya construcción intervinieron hasta los presos.

El 25 de julio de 1897 se puso la primera piedra de un proyecto que surgió del amor de una pareja. En 1906, finalmente, se abrieron las puertas del centro asistencial.

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