La abuela de Manuel Alejandro está en la sala de emergencias del Hospital Universitario de Caracas, donde no le pueden dar el anticoagulante que necesita y del que depende su vida.
Su nieto, desesperado, encuentra la solución: una llamada a una emisora de radio.
En la crisis de Venezuela destaca la carencia de medicinas, lo que ha provocado que surjan formas alternativas para lograr compuestos que antes se conseguían en las farmacias y que ahora no están ni en los hospitales.
La Federación Farmacéutica Venezolana cifra en un 85% la ausencia de medicinas.
El país fue tradicionalmente uno de los de mayor consumo per cápita de medicamentos debido a su bajo precio por el subsidio del Estado.
¿Cómo se pasó de eso a que ahora los anaqueles de las farmacias estén casi vacíos? La industria lo explica por las deudas del gobierno que ahora, por culpa de la crisis, ya no vende las divisas necesarias para que los laboratorios importen las materias primas.
El problema de la escasez ha sido reconocido por el propio gobierno, que acusa al sector privado farmacéutico de ser parte de una "guerra económica".
"Nos toca resolver el abastecimiento de medicamentos a través del motor farmacéutico", dijo el presidente, Nicolás Maduro, el 15 de enero.
"Venezuela tiene la industria para producir todo lo que necesita, ya estamos articulados y debemos garantizar que en las próximas semanas, con la inversión que he aprobado en dólares, se comience a solventar la situación", agregó.
Mientras eso sucede, los venezolanos se ven obligados a buscar vías alternativas. Estas son tres de ellas.
El regreso a la tradición: las fórmulas magistrales.
Antes de que la industrialización llegara a la medicina, el farmacéutico mezclaba de forma individualizada cada medicamento.
Eso sigue haciendo el servicio de fórmulas magistrales de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Por la crisis y el desabastecimiento, cada vez más personas recurren al servicio.
"Hace cuatro años atendíamos entre 10 y 20 personas al día. Ahora, de 100 a 120", me dice David de Sousa, que dirige un servicio artesanal con apoyo de otros profesores y pasantes.
Ante la escasez de ciertos medicamentos comerciales, los productos naturales que producen a pequeña escala se han convertido de alguna manera en sustitutivos.
Es el caso, por ejemplo, del repelente de mosquitos, imprescindible en un país tropical donde se han presentado brotes de malaria, dengue, chikungunya y zika.
Ofrecen además alternativas terapéuticas como la crema azufrada, muy demandada ahora ante la ausencia de la ivermectina, el medicamento principal contra la escabiosis (sarna), que afecta cada vez a más personas posiblemente por la mala calidad del agua en el país.
"La formulación magistral era la única manera de hacer medicamentos antes de que los procesos industriales los hicieran a gran escala. Ahora nuevamente lo exige el país", dice el profesor De Sousa.
Actualmente otra misión del pequeño departamento es fragmentar pastillas. "Si alguien necesita dosis de 25 miligramos, pero sólo encuentra dosis de 125, viene aquí y las dispensamos en la cantidad necesaria", explica De Sousa.
El servicio opera a pequeña escala y por sus limitaciones no puede satisfacer toda la demanda.
Por ejemplo, no fabrica medicamentos comerciales, algo que necesita María Rojas, que espera turno en el segundo piso de la Facultad de Farmacia.
Busca un anticonvulsivo que no encuentra para la epilepsia de su hija de 11 años. "Lleva una semana sin ella y se le están agudizando las crisis", me dice con resignación.
Esa ayuda que viene de Miami, Bogotá, Madrid…
Doris Morales prevé que las pastillas contra la hipertensión que necesita su madre duren hasta mayo.
Se acerca la fecha y es momento de contactar a sus primos que viven en México, que aprovechan viajes de conocidos a Caracas para enviárselas.
Como ella, los venezolanos que pueden, acuden a familiares o conocidos en Estados Unidos, Colombia o España para conseguir los medicamentos que faltan en las farmacias del país o que aparecen a un precio cada vez más elevado.
Farmacias en Miami se han especializado en el envío de medicinas en Venezuela.
Encuentro a Doris en la sede de la ONG Acción Solidaria. No está ahí por las pastillas para su mamá.
"Es la primera vez que vengo. Una compañera me dio el número. Necesito unas gotas para los ojos que se me acabaron hace dos semanas y que no encuentro", dice.
"Me las debo poner dos veces al día, pero me las echo una vez para alargarlas", afirma antes de recoger, agradecida y sin coste alguno, sus gotas.
Acción Solidaria, previa llamada, comprueba si tiene el medicamento deseado y lo entrega.
Nació en 1995 para ayudar a combatir el VIH y aunque sigue siendo su principal objetivo, ahora es mucho más.
"Hemos ido creciendo por la fuerza de los hechos", dice Feliciano Reyna, director de Acción Solidaria, mientras muestra habitaciones repletas de medicamentos que está tratando de organizar mejor.
La ONG ha pasado de atender a unas 200 personas en junio del año pasado a más de 700 en enero.
"Y eso que se quedaron la mitad de las llamadas sin atender", dice sobre las limitaciones de personal que está en camino de resolver.
Todo gracias a las donaciones que llegan desde organismos y personas de Estados Unidos, Colombia, España y otros lugares de Europa. Mejor en pequeñas cantidades para evitar que sean frenadas en la aduana.
El gobierno, reacio a recibir ayuda humanitaria pese a la disposición de varios países, anunció hace semanas que haría una compra de medicinas e insumos a la ONG católica Cáritas, pero de momento no hay noticias.
Rumba + Farmacia = Farma Rumba
Alejandra Núñez, Gonzalo Fernández y Joseph Robles son quizás los locutores de radio que más saben de medicamentos en el mundo.
Desde hace un año y cuatro meses dedican la mitad de su programa matinal de tres horas a la "Farma Rumba": atender llamadas y hacer de intermediarios entre los que buscan y los que donan medicamentos.
Manuel Alejandro, la persona con la que comienza esta historia, recurrió a ellos. El hospital no tenía los medicamentos para tratar a su abuela.
"Necesita enoxiparina", pidió. Gonzalo respondió apesadumbrado: "No tenemos". Pero de repente y gracias a la completa base de datos informatizada del programa descubrió que había clexane. "Es lo mismo, un anticoagulante".
Lejos de los micrófonos, en un pequeño cuarto, está guardado el clexane por orden alfabético junto a las medicinas que se van donando.
Manuel Alejandro deberá acudir a la emisora Planeta FM a retirar el medicamento con una copia de la cédula de identidad y de la receta.
"Cada persona que viene por un medicamento dona cinco", grafica Gonzalo la solidaridad que genera el sentirse ayudado.
Hasta una pierna ortopédica, un marcapasos y unas muletas llegaron a entregar en un programa que recibe de 30 a 40 llamadas al día.
Un éxito que ha atraído la atención del propio Ministerio de Salud, que en alguna ocasión ha puesto a disposición medicinas que no estaban en el pequeño cuarto ni en el refrigerador de la emisora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario