Servando de la Torre Pozo, embajador y académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, analizó los recursos energéticos del Cáucaso y su impacto en la geopolítica mundial, que se debatió en la tertulia de pensamiento estratégico
La tertulia de pensamiento estratégico tuvo lugar el pasado 25 de enero de este año. En ella se analizó que los recursos energéticos del Caspio y de Asia Central y su exportación a través de la región del Cáucaso tienen un impacto crucial en el marco de la incierta y compleja seguridad de sus territolios meridionales. Rusia, y en menor medida Turquía e Irán, desempeñan un papel estratégico de gran importancia tanto en la propia estabilidad del Cáucaso Sur como en la seguridad del transporte energético de los citados recursos hacia los mercados occidentales.
Situada en la zona geoestratégica única entre la Unión Europea, Rusia, Asia Central y Oriente Medio, el Cáucaso Sur, caracterizado por su crónica inestabilidad derivada de la fragmentación territorial, religiosa, nacionalista y étnica, representa un corredor de tránsito clave de los recursos energéticos entre la cuenca del Caspio- Asia Central y los mercados de consumo occidentales.
La desaparición de la Unión Soviética abrió la puerta a actores externos que permitieron que empresas extranjeras intervinieran en la explotación de las reservas energéticas y en la construcción de las rutas de oleoductos y gasoductos alternativos para el transporte de gas y petróleo a los mercados internacionales.
Así, en 1994 la compañía petrolera estatal de Azerbaiyán (SOCAR) firmó un contrato de producción de 30 años por 7400 millones de $ con un consorcio de las principales compañías petroleras internacionales denominado Azerbaiyán International Operating Company (AIOC) abriendo el sector energético azerí a las principales petroleras mundiales. De esta forma, la perspectiva de la riqueza del petróleo y la inversión extranjera que resultó de este acuerdo se convirtió en un factor de estabilidad vital en la región.
¿Qué ocurre con el petróleo y el gas de la zona actualmente?
Actualmente el transporte de hidrocarburos más importante en el Cáucaso Sur lo constituyen el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (BTC), con una capacidad de 1 millón de barriles diarios y el gasoducto Bakú-Tbilisi-Erzurum (BTE) con una capacidad de 6 millones de metros cúbicos al año, ampliables a 20 millones a medio plazo. La mayor cantidad de gas se consume en Turquía y el resto se consume en la Unión Europea.
A estos dos principales transportes de petróleo y gas se unen con una menor relevancia el oleoducto Bakú-Supsa, con capacidad para transportar 120.000 barriles de petróleo por día, y el gasoducto Irán-Armenia, con una capacidad de 2,3 millones de metros cúbicos al año.
A pesar de que los cuatro transportes de hidrocarburos señalados buscaban principalmente servir como alternativas a los transportes rusos y así reducir la dependencia occidental del suministro del gas ruso, en el caso del gasoducto Irán-Armenia no se consiguió toda vez que el control del gas de dicho gasoducto lo ejerce la compañía rusa Gazprom. De esta forma, fue bloqueado el potencial intento de Irán de tránsito de sus recursos energéticos a los mercados occidentales y convertirse así en un jugador destacado en el Cáucaso Sur.
Aunque el volumen del transporte de hidrocarburos que se ha citado apenas representa el 1% del consumo mundial, lo que se pretendía por parte de Occidente, en la década de los años 90 del siglo pasado, ante una Rusia débil, era exportar los suministros de energía por territorios no rusos evitando que Moscú controlara las rutas de exportación al mismo tiempo que se establecía un ambiente democrático potencialmente estabilizador, liberando a los tres países caucásicos - Georgia, Azerbaiyán y Armenia - del régimen ruso.
Sin embargo, los acontecimientos no se han desarrollado tal como se había previsto. Si bien es verdad que Georgia ha dado pasos hacia el establecimiento de instituciones y normas democráticas, también es cierto que Azerbaiyán ha introducido muy pocos cambios en su régimen autoritario habiendo incrementado los gastos militares. En paralelo ha aislado a Armenia de los proyectos regionales debilitando su economía y dejándola bajo la dependencia de Rusia en el campo político, económico y energético.
Desde el punto de vista estratégico se están produciendo dos frentes inversos. Uno, a nivel internacional, el previsible pacto ruso-estadounidense en contra del pretendido expansionismo chino superando el acuerdo chino-estadounidense contra la Unión Soviética de la guerra fría. El otro, en el horizonte regional, el nuevo acuerdo entre Rusia y Turquía, muy diferente de la tradicional rivalidad y enemistad de los dos viejos imperios.
La situación actual de la región y de su entorno continúa inestable. Por un lado, a los viejos conflictos de Nagorno-Karabaj y del Transniester, de la era soviética, se han añadido los de Abjasia y Osetia del Sur. Por otro lado, la anexión rusa de Crimea, el conflicto separatista de Ucrania y la guerra civil siria ha permitido a Rusia no solo recuperar parte de su influencia en la zona sino también expandir su geoestratégica más allá de su near abroad.
En relación con el reciente nombramiento de Rex Tillerson, presidente de la compañía petrolera estadounidense Exxon Móbil, como secretario de Estado estadounidense, conviene tener presente que en 2014 dicha petrolera multiplicó por cinco las áreas de explotación de yacimientos de gas y petróleo en Rusia, hasta 258.000 metros cuadrados, extensión cuatro veces superior a la del territorio que tiene derecho a explotar la citada compañía en Estados Unidos.
También es preciso tener en cuenta la confluencia de intereses energéticos ruso-estadounidenses en el Ártico, el suministro energético entre Turquía e Israel a través de la costa siria, la permanente presencia militar rusa en Sujumi y su posible influencia sobre la terminal energética de Supsa o la vuelta del despliegue militar ruso en el puerto sirio de Tartus con su directa implicación en la guerra civil siria..
Irán todavía no ha conseguido exportar hidrocarburos a través de Armenia y Siria a los mercados occidentales en tanto que Turquía si se está beneficiando de las actuales rutas de transporte de petróleo y gas. Por otra parte, Rusia está logrando una posición dominante en el entorno que nos ocupa ante la acusada pasividad occidental y, en especial, ante la retirada estadounidense de la zona.
¿Qué objetivos se cumplieron, cuáles no y en qué lugar queda España?
A modo de conclusiones podemos señalar, en primer lugar, que aunque no se consiguieron todos los objetivos que se marcó Occidente en los años 90 del siglo pasado, al menos se ha incrementado la seguridad y estabilidad de la zona, se ha mejorado su economía, en general, y se ha alcanzado un alto grado de independencia respecto a Rusia al mismo tiempo que se ha establecido un corredor energético muy favorable para los intereses occidentales, independiente del control de Rusia.
Sin embargo, el cambio de alianzas que se ha originado en la segunda decena de este siglo ha beneficiado a Rusia, Turquía e Irán mientras que ha perjudicado a Occidente reflejado, fundamentalmente, en las negociaciones para la consecución de la paz en la guerra civil siria que son conducidas por Rusia y Turquía, amparadas por la ONU pero dejando fuera tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea.
Como tercer punto, se destaca la importancia de Azerbaiyán, con sus recursos energéticos, como el centro de gravedad o cuello de botella que encamina las riquezas de la cuenca del Caspio y de Asia Central - Kazajistán puede aumentar fuertemente la capacidad del BTC - hacia los mercados occidentales. Todo ello aumenta la importancia para Occidente, en particular para la UE, de garantizar la seguridad y estabilidad económica y política en el corredor energético del Cáucaso Sur.
En cuarto lugar, y teniendo en cuenta los intereses estratégicos cruzados de los diferentes actores que se han señalado tanto regionales como mundiales, el impacto geopolítico más importante para Occidente descansa en tres premisas: la primera que la región caucásica sea totalmente independiente del régimen ruso; la segunda que se consiga la plena estabilidad en el corredor energético; y la tercera que se aumente sustancialmente la capacidad energética de tal forma que conforme una alternativa solida y creíble para el mundo occidental. De esta manera, se conseguiría un equilibrio estratégico en esta nueva configuración geopolítica mundial.
Por último, la repercusión en España de esta situación es doble. Por un lado como país perteneciente a la UE, debe participar en aquellas misiones que tengan como objetivo pacificar el área. Por otro, como aliado de la OTAN, tiene la obligación de integrarse en aquellas actividades de la Alianza que defiendan el territorio y los ciudadanos aliados de cualquier amenaza que ponga en cuestión nuestra seguridad colectiva.
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