Todos sabemos que el deber sagrado de los medios de comunicación es manejar la información con neutralidad e imparcialidad, poniendo a disposición del público las noticias de la manera más independiente, equilibrada y democrática posible.
En las facultades de comunicación social se machaca constantemente las mentes de los estudiantes con el ideal de practicar un periodismo analítico, ponderado y profundo; mientras que aquel tipo de periodismo meramente descriptivo es vilipendiado por ser supuestamente “desechable”.
De hecho, algunos periodistas han sido elevados al estatus de “héroes”, de “leyendas” o de “cuasi-santos”, por su lucha abnegada y valerosa por lograr la independencia editorial en medio de las presiones y amenazas, por querer dejar de ser el vehículo de los sectarismos políticos. Incluso en varias universidades latinoamericanas es obligatoria la lectura de las biografías escritas en tono panegírico de personajes como Guillermo Cano en Colombia o Julio Scherzer en México.
Pero, ¿qué tan intachables son de verdad los medios de comunicación?
No debemos olvidar que los medios de comunicación, sean grandes o pequeños, regionales o nacionales, radiales o televisivos, impresos o electrónicos, son empresas; y toda empresa persigue un rendimiento económico, de modo que si la información, por muy analítica y objetiva, no es atractiva cuando la presentan, pues no venderán bien; si no venden bien, sus espacios publicitarios no serán solicitados y no podrán subsistir. Quizá sea por esta razón que son cada vez más amplios los espacios destinados a la farándula y los deportes.
Además, alguna vez se han preguntado ¿Quiénes son los propietarios de los medios de comunicación más importantes de tu país? ¿Esos propietarios qué otros medios tienen? ¿Y en que otros sectores de la economía son activos?
Bueno, déjame decirte que los medios de comunicación que no pertenecen al Estado o a grandes grupos económicos son realmente la excepción, éstos suelen ser electrónicos y de impacto moderado en la opinión pública; por lo general, los grandes medios de comunicación en todo el mundo son el elemento comunicacional de los grandes emporios económicos, o, en el mejor de los casos, son públicos.
Así las cosas, no veremos a Televisa haciendo eco de un escándalo que se dé en el gigante de las comunicaciones “Claro”, o al periódico “El Tiempo” publicando las infracciones de tránsito de la caravana del cuerpo de seguridad de Luis Carlos Sarmiento Angulo cuando se desplaza por Bogotá.
Los medios de comunicación y la política
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