Con plantas en México, Chile y Colombia, el grupo farmacéutico Ave se consolida como uno de los grandes exportadores colombianos del sector, con presencia en 23 mercados. Esta es su estrategia.
La venta de farmacéuticas locales a grandes multinacionales ha sido una constante en los últimos años. La compra de las tradicionales Genfar y Lafrancol son solo dos de los grandes negocios de una industria en la que son pocas las empresas que se dan el lujo de mantenerse con capital netamente colombiano.
Una de ellas es el Grupo Ave. Esta organización, que inició como maquiladora de envases inyectables para grandes multinacionales, es hoy un jugador clave no solo en Colombia, sino en México y Chile, en donde además de tener filiales que se dedican a la comercialización de sus productos, posee plantas de producción.
Su foco de negocio es la fabricación y comercialización de medicamentos estériles inyectables, además de la prestación de servicios farmacéuticos que generan valor, como las fórmulas magistrales y las mezclas de medicamentos, negocios que comenzó a implementar en Chile y que espera en poco tiempo traer a Colombia.
Su historia inició en 1928, cuando Marco Avella Díaz, padre de Marco Antonio Avella Palacio –fundador y actual presidente del Grupo Ave–, creó Laboratorios Maravedi, una organización que le permitió al hijo crecer –como dice él– entre ampolletas y envases.
Luego, por cosas del destino, tuvo la oportunidad de trabajar en Italia en una empresa que envasaba ampolletas para las multinacionales y quiso traer esa propuesta de negocio a Colombia. Su primer cliente fue la alemana Schering AG y Vitrofarma, la empresa que le dio vida a este grupo que hoy cuenta con 9 plantas.
Productos mexicanos
Fabricar envases de vidrio, producir soluciones inyectables y comercializar estos mismos productos son sus principales líneas de negocio. En el primero cuenta con dos empresas, una en Bogotá (Glassfarma) y otra en Querétaro, México (Tzinapu). Las dos se dedican a la fabricación y comercialización de envases de vidrio para la industria farmacéutica, naturista cosmética y de perfumería, además de productos liofilizados, estériles y antibióticos, entre otros.
En inyectables también tiene su propia factoría en México. Se trata de Pharmaservice, que se especializa en productos liofilizados Esta unidad productiva se suma a las 6 que operan en Colombia bajo el nombre de Vitrofarma, de las cuales dos están en Sopó y se dedican a la producción de liofilizados y ampolletas. En estas plantas –que tienen cuatro años– la empresa realizó una inversión de US$22 millones. Las demás están en Bogotá.
Su plan de expansión también llevó al grupo a Chile, en donde a través de la empresa Insuval se dedica a realizar mezclas técnicas y fórmulas magistrales de acuerdo con las necesidades del paciente.
Como si esto fuera poco y para fortalcer su operación, en el último eslabón de la cadena está Vitalis, que se encarga de comercializar los productos.Con esta marca tiene presencia en países como México, Colombia, Perú, Chile y Venezuela.
El conglomerado cuenta con 900 registros sanitarios en 23 países en los que comercializa sus productos y el año pasado registró ventas por US$105 millones, cifra inferior a la alcanzada en 2014, que fue de US$120 millones. La proyección para este ejercicio es retornar al dato de hace dos años.
Desde Colombia exporta 45% de la producción. Algunas de esas ventas son a filiales en otros países, mientras en mercados asiáticos como Tailandia, Azerbaiyán, Filipinas y Yemen se realizan mediante distribuidores. “Allá un producto colombiano es más competitivo que aquí”, dice Avella.
Actualmente, Ave genera 1.400 puestos de trabajo directos, de los cuales 1.000 están en Colombia y los restantes en los demás países.
La organización tiene previsto invertir US$6 millones en modernización en Colombia y US$1,5 millones en ampliación de la capacidad de servicio en la central de mezclas en Chile.
Nuevos nichos
Por ahora en Colombia el Grupo Ave solo tiene presencia en el mercado institucional y de licitaciones, no en el trade o privado. En este último tiene previsto ingresar este año, para lo cual ya cuenta con 40 registros sanitarios del Invima, que son exclusivos para el mismo. Para cumplir con este objetivo, Avella no descarta la creación de una nueva empresa que solo se dedique a ese negocio.
Como pasa con gran parte de las firmas familiares, el proceso de crecimiento y consolidación del Grupo Ave no ha sido fácil. Sin embargo, de las dificultades nacieron las oportunidades.
Una de tantas se dio cuando, producto de la desgravación de aranceles con México en el marco del G3, las grandes multinacionales se fueron a producir a ese país, que resultaba más grande e interesante que Colombia.
Esto generó que Vitrofarma se quedara sin clientes y con deudas, lo que abrió la posibilidad para que la financiera Latincorp adquiriera 40% de la empresa. Poco tiempo después, este socio terminó en manos del Banco del Estado, que posteriormente le revendió 40% a Avella, lo que le permitió recuperar la totalidad de su empresa, hasta finales de 2012, cuando decidió venderle 21% de las acciones a Bancolombia.
Por ahora, Avella, que tiene una participación de 50,5%, no tiene interés de vender y está a la expectativa de la decisión que tome la entidad financiera, pues en octubre de este año debe confirmar si continúa o no con su parte. El restante porcentaje está en manos de tres hijos.
Para Avella uno de los principales atractivos de Ave es que tiene presencia en la mayoría de mercados latinoamericanos, y que es la única farmacéutica local con dos plantas en México.
La idea de no enajenarla obedece a una filosofìa particular que apunta a que los centros de poder de las empresas farmacéuticas nacionales se están yendo fuera del país y eso lo empobrece.
Considera, además, que el Estado no valora suficientemente a esta industria. “La idea no es que nos den plata sino que apoyen en investigación y en búsqueda de mercados especializados. Este debe ser un sector estratégico y por algo los franceses y los alemanes así lo consideran”.
Certificaciones
En esta industria, las certificaciones de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) son claves y el Grupo Ave las tiene. Marco Antonio Avella dice que México es determinante para todas las farmacéuticas y el hecho de tener planta allí con BPM le permite a la organización empezar a fabricar lo que quiera, además, con la posibilidad de ampliarse. “En México no todos los laboratorios tienen la certificación que otorga la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y nosotros ya contamos con ella, lo que nos brinda una ventaja competitiva, incluso para exportar hacia países asiáticos. La idea es empezar a registrar desde México para facilitar las ventas al exterior”.
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