Pese a haber atravesado por la mayor bonanza petrolera de su historia, Venezuela enfrenta un futuro económico sombrío y la calidad de vida en el país podría venirse abajo severamente para finales de la presente década dados los grandes cambios sistémicos que se vislumbran en el mercado de mundial de crudos y la incoherente administración del chavismo.
Según un informe de la firma de asesores Interamerican Trends, Venezuela debe abandonar urgentemente las políticas que han propiciado el deterioro de su industria petrolera y realizar las inversiones necesarias para aumentar significativamente su producción de crudo si no quiere volver a ver los índices de pobreza y retraso que registraba hace 100 años.
De no realizarse los cambios, “Venezuela tendrá una economía muy débil similar a la que tuvo la nación a principios del siglo XX, [cuando era] un país endeudado y pobre, con ingresos insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de la nación”, declaró el estudio elaborado por la firma de asesores con sede en Washington.
El informe está realizado con base en la yuxtaposición de los pronósticos del mercado petrolero para las próximas tres décadas con lo que ha sido el patrón de comportamiento de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), encontrando que la industria – sobre la que descansa en casi su totalidad la economía del país – sólo tiene una ventaja de entre cinco y seis años para evitar un previsible colapso económico.
Para conseguirlo, Venezuela debe invertir cuanto antes en aumentar la producción de petróleo, por un lado para contrarrestar el gradual declive de la oferta petrolera venezolana por deficiencia en las obras de mantenimiento, y por el otro para compensar el pronunciado endeudamiento del país con China a través de mecanismos que, al ser pagaderos con petróleo, están mermando significativamente la facturación de la estatal venezolana, dijo.
De hecho, PDVSA ya enfrenta una aguda crisis de liquidez que pone en riesgo su operatividad, en parte debido a las gigantescas exigencias impuesta sobre ella por el chavismo, obligándole a asumir obras sociales de costos atrofiantes, subsidiar el crudo del mercado interno así como los despachos a Cuba y a otros países aliados del chavismo y a enviar crudo a China que el país asiático ya pagó.
La crisis de liquidez se produce pese a que el país ha registrado una de las más extraordinarias bonanzas petroleras de su historia, con proyecciones de que los altos precios del crudo le han brindado cerca de un billón de dólares a lo largo de sus 14 años en el poder.
Pero muy poco de ese dinero fue utilizado en mejorar la industria.
Analistas han señalado, que una política petrolera coherente en Venezuela hubiera llevado al país a estar produciendo actualmente cerca de los cinco millones de los barriles diarios, en vez de los 2.8 millones que está sacando del subsuelo, según los números de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Por otro lado, Venezuela también debe invertir en el desarrollo de estrategias que le permitan buscar nuevos mercados ante los profundos cambios por los que atraviesa la industria.
Uno de esos cambios es el sostenido incremento de la producción de crudo en Estados Unidos, situación que a la vuelta de pocos años podría poner fin en ese país a las importaciones del crudo venezolano.
Pese a la hostil retórica del chavismo, Estados Unidos sigue siendo el mejor cliente de Venezuela y la pérdida de ese mercado -de producirse antes de que se abran nuevos mercados- tendría serias y duraderas repercusiones para la economía venezolana, resaltó el informe.
Según Interamerican Trends, las mejoras tecnológicas están impactando negativamente al crudo venezolano por dos vías diferentes. Por un lado, al aumentar la eficiencia de los motores de combustión, fenómeno que está desacelerando el ritmo de crecimiento de la demanda, y por el otro al permitir a Estados Unidos incrementar sus niveles de producción.
Estados Unidos podría dejar de importar totalmente el crudo en menos de 20 años, si las actuales tendencias continúan, señaló.
El informe sobre el panorama energético mundial para el año 2030 de la firma British Petroleum, augura que Estados Unidos superará este año a Arabia Saudita en la producción de “energía líquida”, termino que incluye la producción de crudo y biocombustibles, y que se mantendrá en el primer puesto hasta el año 2023.
La razón de ese esperado incremento se debe en gran parte a la evolución de la producción de hidrocarburos no convencionales, el gas y el petróleo de esquisto, así como en los reservorios de “tight oil” (petróleo de formaciones compactas), cuya extracción fue muy difícil durante mucho tiempo y considerada muy costosa.
La evolución tecnológica está creando un auge petrolero en estados como Dakota del Norte, Montana, Texas y Louisiana. Para este año, la producción de petróleo en Estados Unidos tiene previsto aumentar en 490,000 barriles diarios, para alcanzar un promedio de 10.4 millones de barriles diarios, según un estudio de la OPEP.
El gradual incremento en la producción de crudo ha llevado a Estados Unidos a recortar a la importación de petróleo desde un 60 por ciento del crudo que consumía en el 2006 a solo un 33 por ciento, estimado para el 2014.
Según cálculos de la Agencia Internacional de Energía, Estados Unidos está en vías de convertirse en el primer productor mundial de petróleo a la vuelta de cinco años.
Y en lo que complica aún más el escenario, los próximos años también verán un fortalecimiento en la producción de jugadores que previamente tenían una operación mucho más pequeña, incluyendo a Brasil y Canadá.
El crudo canadiense, por cierto, es muy similar al venezolano y un incremento significativo de la producción allí podría acelerar aún más la perdida de los segmentos del mercado estadounidense que aún controla PDVSA.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com