lunes, 29 de junio de 2015

Caza Su-35

El Su-35 es un caza súper maniobrable de la generación 4++ desarrollado por la compañía rusa Sukhoi; representa una versión radicalmente modernizada de la plataforma T-10S.


La generación 4++ a la que pertenece el avión indica que el conjunto de sus características lo aproxima a cazas de quinta generación: excepto la tecnología de invisibilidad y el radar con antena en fase activa, el Su-35 cumple la mayoría de los requisitos de los aviones de quinta generación.






jueves, 25 de junio de 2015

EL INFORME KFIR



(Erich Saumeth Cadavid)



¿Porque se caen los Kfir de la Fuerza Aérea Colombiana?

-Cartagena, 20 de julio de 2009: el IAI Kfir TC12 de matrícula FAC3004, se sale de la pista durante el aterrizaje, con resultado de pérdida total de la aeronave saliendo ilesos dos pilotos de pruebas Israelíes.

-Santa Elena de Opón –Dpto de Santander-, 30 de septiembre de 2010: el Kfir TC12 de matrícula FAC3005, cumpliendo una misión de observación y reconocimiento, falla y cae, pudiendo eyectarse sus dos tripulantes sin consecuencias fatales.

-Palanquero, 27 de septiembre de 2013: el Kfir TC12 FAC3003, falla y cae cumpliendo una misión de entrenamiento, resultando desafortunadamente sus tripulantes gravemente heridos.

-Norcasia –Dpto de Caldas-, 18 de febrero de 2014: el Kfir TC12 FAC3006, en ejercicio de una misión entrenamiento, cae, con el trágico resultado de la muerte del oficial instructor.

Cuatro años, cuatro accidentes.

De los cuatro Kfir TC-12 entrenadores biplazas (doble cabina) con los que contaba la FAC para el entrenamiento de sus pilotos, tres se han perdido quedando la Fuerza Aérea Colombiana en la actualidad con solo un entrenador: el FAC3007 (que reemplazaba al 3004), accidentes que comprometen el nivel de entrenamiento de los pilotos de Kfir, la principal plataforma aérea de combate que tiene la FAC para enfrentar amenazas que violen nuestro espacio aéreo y lo critico del asunto: sin explicaciones claras o concisas sobre los siniestros que parecen ya convertirse en una peligrosa tendencia.

El interés de Colombia en este avión comienza a principios de los años 80, cuando se inician negociaciones con Israel para la adquisición de 12 Kfir (“Cachorros de León”), proceso vetado por los Estados Unidos hasta 1987. Al año siguiente -1988- el congreso colombiano aprueba la operación de compra -bajo el programa Shibolet- a Israel de 13 aviones (12 monoplazas versión C2 y un biplaza versión TC7) de segunda por un valor cercano a los US 200 millones de dólares, fabricados por la Israel Aircraft Industries IAI y que habían sido operados por la Fuerza Aérea de ese país. Para 1991 estos aparatos recibían su primera actualización denominada C7 y que consistía en un aumento de las capacidades en sus sistemas de navegación y armas que incluían la posibilidad de reabastecer combustible en vuelo.

La historia de este avión tiene un nuevo capítulo para comienzos del 2008, cuando en febrero de ese año, el entonces Ministro de la Defensa y actual Presidente Juan Manuel Santos, anuncia la firma de un acuerdo con el gobierno Israelí para la compra de 13 aviones Kfir y la modernización de 11 Kfir versión C7 que todavía operaba la FAC del primer lote adquirido a finales de los años 80 a Israel. Para este proceso el gobierno colombiano destino sumas cercanas a los US 400 millones de dólares, que incluían la compra de 13 células (fuselaje) de Kfir, la modernización de las otras 11 (US 160 millones), adquisición de armamento Aire-Aire con capacidad BVR (misiles con capacidad de impactar objetivos más allá del alcance visual) denominados “Derby” de rango medio, la adquisición también de misiles Aire-Aire de corto alcance por sus siglas en ingles (WVR) denominados “Phyton 5” (ambos misiles de la empresa de defensa israelí Rafael Advanced), radares ELTA EL/M-2032 y EL/M-2001B, sistemas de guerra electrónica, bombas con kit de guía de precisión Spice 1000, kits Paveway 2, tanqueros y otras inversiones, que deberán quedar ejecutadas totalmente para el 2015.

El contrato entonces contempló la conversión de 24 aviones Kfir de la versión C-7 al estándar C10 (13 comprados a Israel y 11 que ya se tenían), para contar en la actualidad- después de los accidentes ya descritos- con un total de 10 monoplazas C10, 10 monoplazas C12 (versión sin radar EL/M-2032) y 1 solo TC12 (biplaza); aviones que durante un período de tiempo tuvieron restricciones de vuelo, que incluyeron misiones de entrenamiento y de patrullaje y estando solo disponibles en caso de encontrarse en riesgo la integridad del espacio aéreo o la soberanía nacional.

Esta última situación impulso una serie de consultas, reuniones y declaraciones por parte de la Fuerza Aérea Colombiana, en el sentido de proyectar hacia un futuro cercano la compra de un nuevo vector de superioridad aérea, siendo el Lockheed Martin F-16 C/D, sin lugar a dudas el avión favorito.

Han transcurrido entonces solo seis años desde que se inicio el proceso de adquisición y conversión de la flota de aviones Kfir como la principal plataforma aérea de combate para los próximos años, revelando desafortunadamente una serie de fallas, que a nuestro juicio comenzaron con la decisión política y estratégica de comprar un avión que en este momento no está cumpliendo al 100% con la función para la que fue adquirido.

De hecho y frente a los riesgos que para los pilotos de la FAC constituye operarlo, el comandante de esta institución General Guillermo León y aprovechando su presencia en la pasada feria internacional FIDAE-2014 en Chile, se reunía el 25 de marzo en Santiago, en un encuentro que se prolongaría por cerca de 5 horas, con el señor Paltiel Bichman, (branch manager en Colombia) de IAI, fabricante de los Kfir, para encontrar soluciones a los problemas particularmente de las plantas motrices, sin un resultado diferente a la propuesta de esta compañía de invertir más recursos en una nueva modernización de la flota Kfir para llevarlo a su última versión (C-60), reiteramos, a tan solo seis años de haberse adquirido.

Interrogantes

¿Es entonces conveniente o no para el país seguir operando esta plataforma o tomar la decisión política de iniciar el proceso de adquisición de una nueva?

Las recurrentes pérdidas de los Kfir han llevado a pensar que la compra de los trece aviones de segunda en 2008 y la actualización de los otros 11 que todavía estaban en servicio y que también fueron adquiridos de segunda en 1989, son ejemplos de lo que no debe hacerse cuando se quiere repotenciar el ala de cazas de una fuerza aérea, opinión que en la mayoría de los casos no se ajusta a la realidad, pues y para citar un solo caso, Chile, llevo a cabo procesos similares a Colombia, adquiriendo aviones de segunda (F-16) para posteriormente actualizarlos, de manera exitosa y sin ningún tipo de inconvenientes hasta el presente.

Frente a los interrogantes del porqué de los problemas del Kfir y para despejar dichas dudas, primero debemos tener en cuenta los cuatro componentes que integran una plataforma aérea de combate:

-Celula (cuerpo del avión),

-Aviónica (sistemas que permiten la navegación de la aeronave),

-Sistemas de soporte de misión/armas, 

-Motor.

Los tres últimos pueden eventualmente adquirirse nuevos cuando se ha comprado una célula de segunda, como en el caso de los Kfir, célula que se somete a una revisión profunda para determinar en donde realizar los refuerzos estructurales para alargar su vida útil frente a la integración de los nuevos componentes (Motor- Aviónica- Sistemas de apoyo de misión/Armas)

Con los cambios de la aviónica, de sus sistemas de soporte de misión/armas y de su motor, lo que se busca es mantener vigente una plataforma aérea de combate ante las nuevas exigencias y realidades del combate aéreo, así como mantener o aumentar las capacidades disuasivas de estas plataformas. Estas modernizaciones en ocasiones no exigen el cambio de la planta motriz, y la decisión del cambio de motor, depende mucho del recorrido que este tenga o del aumento de peso que recibe la aeronave con la integración de los nuevos sistemas en su célula producto de su modernización, ya que las nuevas tecnologías que son integradas actualmente en las células, aumentan el peso de la aeronave, afectando la relación empuje/peso, en donde el motor es un elemento fundamental en esta relación para el rendimiento de la aeronave.

Por lo anterior, el cambio de motor en un proceso de actualización, es un factor a tomar en cuenta para no afectar esa relación empuje/peso, mas aun cuando se trata de células diseñadas y fabricadas en los años 70 como el Kfir, porque las nuevas tecnologías integradas en la modernización de estos aparatos, han demostrado la necesidad de mejorar el empuje en los motores y un ejemplo de esto es lo sucedido con los F-16A/B con plantas motrices con 23.000 libras de empuje (Postcombustión), que al pasar a la versión C/D han recibido motores con hasta 29.000 libras de empuje (PC) y en su última versión F-16 Block 60 con un motor de 32.000 libras de empuje (PC), relación (empuje/peso) que y en el caso especifico del Kfir, no ha evolucionado de igual manera en sus versiones C-7, ni en la conversión de estas a C-10.

De hecho y en desarrollo de estas actualizaciones a los Kfir, al convertir los C7 en C10, la nariz del avión fue modificada con el fin de integrarle el radar ELTA EL/M-2032, (además, de una suite de guerra electrónica), aumentando por tanto el peso de su carga útil, sin que se hubiese cambiado su motor el General Electric J-79-IAI-J1E de tan solo 18.750 libras de empuje, con el fin de mejorar precisamente esa relación de empuje/peso de la que hemos venido hablando, convirtiéndose esto en uno de los principales problemas del Kfir, pues su motor no ha sido desarrollado paralelamente a las exigencias actuales que requiere este avión.

La consecuencia es que hoy tenemos operando un vector o plataforma (Kfir C-10), con muchos años previos de servicio en la fuerza aérea israelí, más los 20 años de servicio en la FAC (en el caso de los adquiridos en 1989), con solo dos de los cuatro componentes actualizados, la Aviónica y los Sistemas de soporte de misión/armas, conservando el mismo motor de la versión C-7 el General Electric J-79-IAI-J1E. Igual situación se presenta con los comprados en 2008, también con mucho tiempo de servicio en Israel, y con el mismo motor de los que ya desplegábamos.

Efectos Colaterales

Ahora bien, los cambios ya descritos que fueron introducidos a las celulas de los Kfir para actualizarlas, han tenido como efecto colateral limitaciones en los aviones, esto porque y partiendo de su diseño original de los años 70, las modificaciones hechas por ejemplo en la nariz del avión, movieron el centro de gravedad del mismo, limitando la maniobrabilidad y la resistencia a las fuerzas G, lo que podría afectar la capacidad de los Kfir para sostener combates del tipo “Dogfight” que por sus características de combates cerrados entre las aeronaves, lleva a los pilotos a exigir a sus plataformas al máximo, pudiendo presentarse la necesidad de sostener una maniobra de 9G, para evadir un misil o para maniobrar y colocarse en mejor posición para hacer el derribo. Si colocamos al Kfir C-10 en una situación de combate cerrado, con otros aviones cazas desplegados en la región como por ejemplo el Sukhoi SU-30/MK-2, pues estaría en evidente desventaja porque ni por el motor, ni por la maniobrabilidad de su célula, el piloto del Kfir tendría la ventaja que se necesita para lograr el derribo, mientras que el piloto del Sukhoi SU-30/MK-2, tiene en su plataforma dos motores turbofan con una relación empuje/peso muchísimo mejor que la que tiene el Kfir, con una célula que puede sostener y maniobrar de mejor manera para no entrar en perdida y con una resistencia para sostener una maniobra que implique 9G.

Igual sucede -y para traer a colación otra limitación del Kfir con respecto a cazas modernos-, con el número de puntos de anclaje (para llevar sistemas y armas), que son nueve en el Kfir, frente a los 10 o 12 que llevan plataformas modernas e incluso plataformas diseñadas en la misma época de este avión, tal y como sucede con el F16 con 11 puntos de anclaje.

Volviendo al motor (principal problema del Kfir C-10) el General Electric J-79-IAI-J1E, se ve en la actualidad más exigido, ya que los C10, generan una carga útil más pesada que los C7, pues tienen más sistemas integrados en su celula y tienen que llevar más carga útil con el fin de desarrollar eficazmente las misiones asignadas. Esto produce a su vez limitaciones del perfomance de la planta motriz, que estando de por si desfasada, debe levantar y llevar aún más peso aumentando su carga de trabajo, lo que unido a registros de “flame-out”, muy seguramente se ha visto más afectada en los TC12 (entrenadores accidentados), pues estos por ser las plataformas de entrenamiento, son precisamente (o eran), las más utilizadas.

Además y por ser motores antiguos, la relación empuje/peso no le permite tener la capacidad de despegue en pistas cortas (STOL), pues y como lo hemos venido anotando, al llevar más sistemas y por tanto más carga útil, el Kfir necesita mucha más pista para poder despegar, lo que se constituye sin dudas en una limitación frente a cazas de última generación o más modernos, que si cuentan con esta capacidad, imprescindible en caso de conflictos convencionales, ya que son precisamente las pistas de aterrizaje unos de los principales objetivos en este tipo de enfrentamientos. Y si nos referimos al consumo de combustible, en el J-79-IAI-J1E por ser un turborreactor (y no un Turbofan), es notoriamente mayor al de los cazas modernos.

Los accidentes entonces, han provocado como lo anotábamos, restricciones de vuelo para la flota de kfir, conociéndose además que por lo menos tres motores fueron enviados a IAI, para su revisión, no estando claro si la garantía de los mismos todavía está vigente, o si por el contrario habrá que pagar por la inspección y eventual reparación de ellos.

Resumiendo, tenemos un avión con Aviónica y Sistemas de soporte de misión/armas de última generación, pero integrados en una célula muy limitada por lo “agresivo” de su modificación y con un motor completamente desactualizado (por no decir obsoleto), y las consecuencias de ello son más que evidentes, pues hemos abusado de una herramienta como la actualización o modernización para prolongar excesivamente la vida de los Kfir, e incluso de otras plataformas como los Cessna A-37 Dragonfly, en lo que parece ya una mala costumbre.

Y a esto, debe sumársele el hecho de que hay países con intereses positivos sobre espacios de nuestros territorios, particularmente marítimos e insulares, situación que pone en riesgo la soberanía e integridad nacional, y para lo que es necesario contar no solo con una política de defensa que haga énfasis en la creación de capacidades mínimas disuasivas (hoy ausentes), sino que además dote a las Fuerzas Armadas de los instrumentos para ello.

No se puede entonces defender lo indefendible, que no es otra cosa que la realidad del ala de caza de la Fuerza Aérea Colombiana y que es obvia para este autor: la permanencia en servicio de los IAI Kfir C10, C12 y TC12, que incluso se han perdido aún en manos de los pilotos mejor calificados, entrenados y más valientes de la región.

Fuente: foros http://americamilitar.com/

martes, 23 de junio de 2015

Juan José Cobos, el drama del escultor de ‘El Santísimo’ en Santander


Juan José Cobos recibió formación en una escuela de Florencia, Italia, donde existe una veneración y respeto por las figuras clásicas del Renacimiento. En el proceso de creación e instalación de El Santísimo se tomó tres años.


El artista va camino a la consagración gracias a la escultura El Santísimo. de 38 metros, que fue instalada en Santander. Pero nada ha sido fácil para él. Juan José Cobos quedó en el ojo del huracán de un debate que tiene tintes religiosos y políticos. Esto no lo desvela, pero sí los problemas visuales que heredó después de tres años al frente de la obra.

El monumento El Santísimo de Floridablanca, Santander, fue situado en un inmenso pedestal, pero luego de un vía crucis que empezó con una serie de trabas legales que han buscado detener el proyecto turístico. Paralelamente a las controversias se deterioraba la salud del artista Juan José Cobos, quien creó y esculpió la estatua por invitación de la Fundación Parque Nacional del Chicamocha. 

Mientras el personero y un grupo de concejales cuestionaban este proyecto municipal, Cobos le puso el acelerador a los trabajos de creación. Ignoró las críticas que señalaron en su momento que el montaje de la escultura había empezado sin las licencias ambientales necesarias para construir cerca del parque natural La Judía, refugio de osos de anteojos y aves migratorias. 

Algo más importante le preocupaba. El creador de 35 años empezó a perder la visión por un ojo, mientras que el deterioro de sus manos llegó al punto de dejarlas entumecidas de tanto martillar y golpear la resina que utilizaron en la construcción del monumento. Un fisioterapeuta que le hacía masajes casi a diario lo ayudó a manejar el dolor. “Paraba engarrotado. Envejecí en estos años. La gente me pone más edad de la que tengo porque hasta se me llenó la cabeza de canas”. 

El escultor se entregó casi estoico, pero agotado físicamente, al tallado de la figura de 38 metros, incluyendo 11 del pedestal; casi del mismo tamaño del monumento el Cristo Redentor, en Río de Janeiro, que mide 30 de altura, más los 8 de la base. 

En este orden de ideas, Juan José Cobos, con formación en Italia y Nueva York, donde estudió con el escultor Richard MacDonald, no será el único artista obsesionado y enfermo debido al trabajo extenuante que generan este tipo de esculturas de gran tamaño. Miguel Ángel, por ejemplo, murió casi ciego después de pintar el techo de la Capilla Sixtina. Al igual que el creador italiano, Cobos durmió poco y se alimentó muy mal en estos últimos años. 

Controversia de mucha altura

Cuando estaban a punto de completar la instalación de la obra escultórica en el cerro y se creía que todo finalizaría sin más contratiempos, las autoridades generaron una nueva presión. Un fallo del Tribunal Administrativo de Santander alimentó la polémica con la sorpresiva orden de que la Gobernación santandereana debía rebautizar el proyecto ecoturístico. La magistrada Solange Blanco exigió cambiar el nombre por uno que no hiciera referencias al cristianismo, con el argumento de que la Constitución colombiana promueve las libertades de culto.

El escultor que trató de mantenerse al margen de la controversia finalmente salió en defensa de El Santísimo: “Nunca busqué representar a Jesucristo. Podría ser una deidad griega. Lo único que puedo decir después de esta decisión legal es que si el Estado impone la laicidad, vamos a llegar al punto en que tocará suspender las fiestas religiosas, incluyendo Navidad y Semana Santa. Nada raro tiene que los mandatarios pierdan la potestad de destinar algunos recursos públicos para las luces navideñas”. La Gobernación todavía no ha tomado una decisión definitiva frente a las exigencias de la magistratura que sentenció esta determinación, para cumplir con una tutela que interpuso un grupo de abogados. El mandatario departamental, Richard Aguilar Villa, dejaría el nombre original pese a que existe el fallo del tribunal. 

Turismo religioso


Juan José Cobos, quien tiene otros diez monumentos religiosos en Colombia como La Virgen de la Cantera en Piedecuesta, Santander, no ha salido del asombro desde que vio que sus esculturas se incorporaron a la iconografía tradicional católica. La gente se arrodilla y ora frente a ellas, como sucede con las imágenes que diseñó para la Basílica de Chiquinquirá, en Boyacá. “Y les cuento que a lo mejor hacen milagros. Todo forma parte de la sugestión colectiva, de la fuerza interior que mueve a la gente para lograr sus deseos y metas. Para mí, la fe se sale de la lógica humana. Solo me interesa que mis figuras tengan un rostro y poses que inviten a un momento de recogimiento y gratificante, que reflejen tranquilidad y tolerancia”.

Con estos ejes creativos emprendió la elaboración de El Santísimo de Floridablanca, como parte de una estrategia de desarrollo turístico que incluirá hoteles, un centro de convenciones, un museo para explicar el proceso de elaboración de la escultura, fuentes inteligentes, un almacén de souvenirs, restaurantes y un teleférico. Se estima que con esta inyección a la economía local, el Gobierno generará unos 1.500 empleos directos e indirectos y movilizará a dos millones de turistas anuales entre nacionales y extranjeros. 

La obra plástica no ha sido inaugurada, pero desde ya la curiosidad de los santandereanos generó romerías los domingos y festivos, incluyendo la proliferación de vendedores ambulantes que no faltan en los costados de las vías de acceso a La Judía. “En un fin de semana se dispara el rebusque. Como mil personas se dedican a vender comida, bebidas, afiches y camisetas con la imagen que se podría volver icónica con el paso del tiempo”, puntualizó Cobos. 

Esta figura monumental, cuyo costo bordeó los 4.000 millones de pesos, se rigió por los patrones estéticos del clasicismo griego y renacentista. “Tiene algo de San Juan Bautista con una mano arriba y otra en el pecho. La hice pensando con un sentido místico, justo cuando se le podría buscar una salida al conflicto armado. Me gustaría que cuando se firme la paz, desde lo alto proteja al pueblo colombiano”. 

La escultura tiene en su interior una estructura de metal sismorresistente y contra los fuertes vientos, que podría sostener un edificio de 15 pisos aproximadamente. Juan José no se cansa de contemplarla. Por las noches sueña con El Santísimo y una capital bumanguesa valorada entre los destinos turísticos más importantes del mundo.

domingo, 21 de junio de 2015

Nace hospital para innovar en lucha contra el cáncer

La nueva infraestructura también contará con un centro de investigación en oncología. 


Próximamente se iniciará la obra que promete cambiar la manera como se prestan los servicios en salud para el tratamiento del cáncer en el país y la región andina. 

Así lo anunció en su discurso de agradecimiento el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo, durante la celebración de la 50.ª Convención Bancaria, que le otorgó el premio a la vida y obra en el sector financiero. 

“Estamos haciendo todos los diseños necesarios para iniciar muy próximamente la construcción de un hospital y centro de investigación especializado en la atención del cáncer. Nos proponemos que sea el más moderno y con la mejor tecnología en esta materia en Colombia, y quizá del Grupo Andino”, destacó el empresario. 

El hospital, que se ubicará en el sector de la calle 170 en el norte de Bogotá, contará con cerca de 300 camas y unidades especializadas en tratamientos de quimioterapia y radioterapia. 

También tendrá múltiples quirófanos, centro de imágenes diagnósticas, laboratorios especializados, laboratorios de investigación y consultorios médicos. 

El diseño del complejo médico, según ha anunciado Sarmiento Angulo, está a cargo del reconocido arquitecto español Rafael de la Hoz, quien cuenta con amplia experiencia en desarrollo hospitalario. 

Además tiene la asesoría de Perkins + Will, firma estadounidense especializada en este campo. 

Para la conceptualización del proyecto se ha contado con el respaldo y guía de MD Anderson Cancer Center de Houston (Texas) de la Universidad de Texas, uno de los centros oncológicos dedicados de manera exclusiva a esta enfermedad y de más prestigio en el mundo. 

Respecto a la construcción, la obra estará a cargo de Construcciones Planificadas, compañía constructora de la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo. 


Así funcionará 

En cuanto a la atención de pacientes, ya se ha dado a conocer que el centro oncológico desarrollará un modelo de atención centrado en el paciente y su familia. 

A la par de las actividades médicas, se consolidará un centro de investigación en cáncer con liderazgo no solo en el país sino en el Grupo Andino, en cuanto al desarrollo en esta área del conocimiento. 

La idea, según ha comunicado la Organización, es que “el centro de investigación respalde el liderazgo del hospital, de manera que todo ello redunde en el mejoramiento efectivo de la calidad de vida de las personas que padecen cáncer y en la reducción de la tasa de mortalidad”. 

En relación a la operación del centro médico, la Fundación Luis Carlos Sarmiento Angulo y la Fundación Grupo Aval conformarán la entidad promotora del hospital, que tendrá la figura de sin ánimo de lucro. 

Esto le implica al centro médico que las organizaciones involucradas no tendrán ningún retorno y los excedentes operacionales que se produzcan serán destinados a la adquisición de nuevos equipos y para aumentar el presupuesto destinado a la investigación sobre esta enfermedad. 

BOGOTÁ 

miércoles, 17 de junio de 2015

Movilidad en Bogotá, un cuatrienio perdido / Análisis


Son muchos los aspectos para evaluar de la gestión de la actual administración en materia de infraestructura para la movilidad. Lo cierto es que, a pesar de que aún faltan seis meses para la finalización del periodo del alcalde Petro, la ciudad sufrió un rezago exponencial en la materia.

El Plan Distrital de Desarrollo 2012-2016 “Bogotá Humana”, priorizaba la movilidad de los ciudadanos a pie, en bicicleta y en su mayor proporción en el transporte público integrado. Pues bien, en los dos primeros casos, valga la pena decirlo, salvo muy contadas excepciones, no se cumplieron las metas del Plan y, en el caso de la tercera, salvo un aumento en la cobertura del Sistema Integrado de Transporte Público SITP, fue prácticamente nulo el avance.

Veamos:

Las Redes Ambientales Peatonales Seguras RAPS, fueron contratadas, tan solo, en el segundo semestre de 2014. Su construcción no ha comenzado, y a la fecha, están en etapa de aprobación los diseños presentados por el grupo contratista. En el caso de nuevo espacio público, el proyecto insignia de esta administración, es decir, la peatonalización de la carrera 7ª entre calles 7 y 26, vale decirlo, se limitó a la adjudicación de los contratos. Las obras, en el segmento sur del corredor, avanzan a paso lento.

La infraestructura asociada al uso de la bicicleta como medio de transporte se concentró en el denominado bicicarril, que no es más que la separación física mediante tachones plásticos, en las vías de jerarquía intermedia, que de paso, colapsaron su limitada capacidad; basta con recorrer, a manera de ejemplo, la carrera 50 que de norte a sur llega a la zona industrial de Bogotá.

Ahora bien, en cuanto al transporte público masivo, la pregunta es: ¿Que paso con los megaproyectos de infraestructura sobre los cuales se movilizaría el gran volumen de viajes que tiene diariamente la ciudad? Repasemos: Construir la troncal de TransMilenio en la Avenida Boyacá y desarrollar los estudios y diseños para la construcción de la troncal de la Avenida 68, fue sólo una quimera. Paradójicamente, tal vez fue mejor así, puesto que en el caso de la Boyacá el proyecto que rediseño el IDU “in house”, es otro bien diferente a una troncal BRT, como las de fases anteriores. En todo caso es muy grave para el sistema, puesto que esta situación no le permite expandirse y equilibrar el origen-destino de los viajes desde el Noroccidente hacia el centro y sur de la Capital.

De otra parte, la reconstrucción de las troncales Caracas y Autonorte no pasó de estupendos anuncios. Primero se hablaba de inversión pública a través del IDU, luego se promovió utilizar el mecanismo de la Asociación Público Privada y, por último, el distrito se limitó a la ampliación de la capacidad de algunas estaciones en el corredor.

En el caso de los cables aéreos los logros igualmente son decepcionantes. En el Plan Distrital de Desarrollo se definieron dos proyectos, uno en San Cristóbal Sur y otro en Ciudad Bolívar. El IDU recientemente anunció, con bombos y platillos, la adjudicación de uno de ellos. Lo que no conoce la opinión pública es que el objeto contractual incluye la elaboración de los diseños definitivos, momento en el cual se revelará el verdadero valor de la obra. ¿Quién pagará ese mayor valor?

Por último, el Metro de Bogotá. A pesar de las buenas intenciones del Gobierno Nacional con un cheque simbólico de $9.65 billones, lo cierto es que esta administración no podrá dar apertura a la licitación del proyecto. Faltan pasos ineludibles en el proceso, como la expedición del Conpes que autoriza el compromiso de la Nación, amén de que en el mismo, deberá el Distrito comprometer los $4.14 billones que le corresponden. Hoy no se cuenta con las autorizaciones por parte de las empresas EEB y ETB para la utilización de sus reservas, ni del propio Concejo de la capital para hacer uso de los $2,4 billones autorizados por cupo de endeudamiento para otras obras de movilidad, diferentes al Metro. Paralelamente, la ausencia de la institucionalidad requerida para hacerse cargo del proyecto más importante del país, hace impensable avanzar rápidamente hacia su licitación.

Recientemente se presentaron en sociedad los 21 proyectos de iniciativa privada que pretenden, en general, construir los accesos a Bogotá por todos sus puntos cardinales, además de mejorar la conectividad de los viajes de larga distancia sin atravesar la ciudad, como es el caso de la Avenida Longitudinal de Occidente, ALO. El tema lo lidera el Gobierno Nacional, ante la indiferencia del Distrito, amparada en la lamentable argumentación de sus funcionarios, en cuanto consideran ellos que avanzar en este tipo de proyectos significa no solo expandir la ciudad, sino también privilegiar el uso del vehículo particular. Nada más costoso y grave para la productividad y competitividad de la capital.

Son incontables los proyectos de infraestructura que necesita nuestra ciudad, sin embargo, se demuestra otra vez, que en materia de movilidad tuvimos un cuatrienio perdido.

Pd: Ni hablar de la contratación de las alcaldías locales en Bogotá. A pesar de las denuncias del observatorio de la CCI sobre las restricciones impuestas en sus procesos licitatorios que conducen a únicos oferentes, desde la administración central de la Capital, no se escuchó una sola voz de preocupación.

JORGE ALBERTO MARÍN
Vicepresidente Técnico de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI)

martes, 16 de junio de 2015

La familia que mandó a sus cinco hijos a la guerra del Chaco

Esta imagen, probablemente de 1933, muestra a cuatro de los Campero: Raúl, Carlos, Julio y Fernando.

La Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay, los dos países más pobres de Sudamérica en ese momento, no solo tuvo pasajes heroicos como la defensa de Boquerón, cuando 600 bolivianos resistieron por 22 días el asedio de 14.000 soldados guaraníes.

El conflicto, que surgió por diferencias entre ambos países sobre la delimitación de sus fronteras, fue una "prueba de fuego" que dio lugar a inmensas muestras de amor a la patria.

Una de ellas fue la de la familia Campero, que mandó a sus hijos al frente de batalla.

A todos sus hijos, los cinco.

Un reciente censo de la Confederación de Excombatientes de la Guerra del Chaco (Conexchaco) señala que, en marzo último, en Bolivia apenas quedaban unos 105 de los 180.000 soldados o beneméritos que fueron movilizados en el siglo XX. Y los pocos sobrevivientes rondan los 100 años.

Este 14 de junio se conmemoran los 80 años del cese de hostilidades entre ambos países y BBC Mundo le cuenta la historia de los cinco hermanos Campero.

De Tarija al frente

Javier Campero Paz es hijo de Alina Paz Estenssoro, hermana del recordado presidente e ideólogo de la Revolución de 1952 Víctor Paz Estenssoro, cuatro veces presidente de Bolivia.

Su padre fue Raúl Campero Trigo, quien junto a sus cuatro hermanos Carlos, Julio, Gilberto y Fernando partieron desde Tarija, a sólo unos kilómetros del frente de batalla, para defender a su país.

"Que cinco hermanos hayan ido a la guerra es algo muy excepcional y el caso de mi padre y mis tíos solo muestra lo que tuvieron que pasar esos jóvenes bolivianos en un momento tan difícil", cuenta Javier.

Este es el registro de soldados enlistados en la guerra donde figuran los hermanos Campero.

Los cinco hermanos eran hijos de Julio Campero Paz y Francisca Trigo Arce. Un registro fotográfico, probablemente de 1933, muestra a cuatro de ellos: Raúl, Carlos, Julio y Fernando, que se tomaron la imagen cuando coincidieron en uno de los frentes.

"Durante esa época dos, tres y hasta cuatro hermanos de una misma familia iban a la guerra", explica el historiador Robert Brockmann, que ha estudiado a fondo esta conflagración.

Pero cinco no era tan común, aunque hubo otros casos registrados como los de la familia Belmonte Camacho y sus cinco varones que partieron desde los yungas, la región tropical de La Paz, a las candentes arenas del Chaco.

Los Campero salieron de Tarija: en 1932, esta ciudad era el punto de salida de miles de soldados bolivianos que iban a defender al país ante el vecino Paraguay.

Cuatro en la foto…

De los cinco, Carlos era el mayor y, de acuerdo a los datos en Conexchaco, estuvo en la guerra durante los cuatro años que ésta duró. Formó parte de la Unidad Batería 12 y participó de la retoma del Fortín Platanillos.

Cuando empezó el conflicto tenía 28 años; regresó cuando todo había acabado y murió en la década de los años 70, con 68 años.

De Julio, el segundo de los hermanos, no se sabe mucho. "Mi tío Julio murió con avanzada edad", se limita a indicar Javier.

El tercero de los hermanos, Raúl Campero Trigo, el padre de Javier, tenía 25 años cuando se convirtió en soldado.

Bolivia y Paraguay eran los países más pobres de Sudamérica en el momento del conflicto.

Estuvo los cuatro años en el frente, en un regimiento de caballería. Luego fue fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que lideró la Revolución de Bolivia de 1952 y murió a los 71 años en 1978.

"Había diplomas con las condecoraciones respectivas (de los cinco hermanos), que se perdieron, pero detalles específicos ya no tenemos, porque murieron todos", remacha Campero Paz.

Mientras que Fernando, el más joven de todos, contaba con 23 años al momento del conflicto bélico y tras la guerra llegó a ser general del Ejército.

"Durante esa época, los soldados eran llamados por la categoría y por el año de nacimiento, es poco probable que los cinco hayan entrado juntos en 1932 cuando comenzó la guerra", expone el general en retiro e historiador militar Fernando Sánchez.

… y uno ausente


Muchos paraguayos fueron transportados a Puerto Casado para participar en el conflicto.

La foto que trascendió y dio a los Campero un carácter histórico no muestra sin embargo a los cinco hermanos: Gilberto, cuarto en el orden de la familia, estaba prisionero en Asunción cuando los otros cuatro posaron para la cámara.

Siguió la carrera militar tras la guerra y llegó a ser oficial de caballería. Murió muy joven, a los 34 años en 1944.

"En un accidente con una bala perdida cuando había alcanzado el grado de capitán", puntualiza Campero Paz.

Según normas militares internacionales, indica Sánchez, "cuando hay varios miembros de una familia en edad para servir, no van todos, eso no es obligatorio, por eso el caso de cinco hermanos en la Guerra del Chaco es excepcional".

"Quizás los dos hermanos menores, Gilberto y Fernando, podrían haberse quedado para cuidar de sus padres, pero no fue así, porque fueron a la guerra igual que sus tres hermanos", sintetiza su sobrino.


Los cinco hermanos sobrevivieron el conflicto.

Los hermanos Campero Trigo retornaron al país tras el cese de hostilidades.

"Mi padre y sus cuatro hermanos, todos con vida", destaca Campero Paz, que dirige la Fundación Federico Demmer, un grupo que ayuda a jóvenes estudiantes en Bolivia.

"Yo tengo recuerdos de lo que mi padre contaba de la guerra. Él hablaba del hambre, de la sed y que gracias a la puntería que tenía podía matar animales salvajes para alimentarse".

Escándalo: mil armas perdidas en guarniciones militares

Cientos de fusiles, una ametralladora M60 y tres toneladas de explosivos, muestran que algo anda mal en la custodia del arsenal incautado.



El Batallón Landazábal, al sur de Bogotá, el San Mateo en Pereira, la tercera brigada en Cali y el fuerte de Tolemaida son algunas de las unidades en donde se han perdido armas y explosivos.

Que un delincuente cometa crímenes usando armas de fuego ilegales adquiridas en el mercado negro es de por sí un problema grave; pero que el arma que use para asesinar, secuestrar o extorsionar provenga del arsenal incautado custodiado en guarniciones militares es una vergüenza trágica.

Eso es lo que venía ocurriendo en dos de las unidades castrenses más importantes del suroeste colombiano, que tienen más de 22.000 armas incautadas en sus depósitos. La Fiscalía y la unidad de contrainteligencia del Ejército investigaron los casos y salpicaron a la Tercera Brigada con sede en Cali, Valle, y el Batallón San Mateo de Pereira, Risaralda. Solo en esas dos guarniciones los faltantes suman 869 armas entre pistolas, revólveres, escopetas y fusiles.

Y como si esos escándalos no fueran suficientes, en los últimos meses el país supo de otras armas perdidas en la Policía y el Congreso, y de tres toneladas de explosivos desaparecidas de un depósito militar en Bogotá. Es decir, en menos de dos años se han extraviado 957 armas de fuego pese a que estaban bajo la custodia de una autoridad.

Para empeorar las cosas, todo indica que buena parte de ese arsenal perdido fue a parar a manos de temidos delincuentes y hay serios indicios que estos las usaron para cometer homicidios, con lo que configuraron un perverso carrusel de la muerte. Preocupa, además, que el fenómeno se esté repitiendo en otras regiones, sobre todo porque no existe un inventario real de las armas incautadas y en custodia en las 31 brigadas que hay en todo el país.

Se estima que más del 80 por ciento de los asesinatos cometidos cada año (en 2014 fueron 13.258) involucran armas de fuego. Y el panorama empeora si se tiene en cuenta que según un estudio de la Universidad del Rosario, si en Colombia hay por lo menos 1.800.000 armas de fuego legales, las ilegales duplicarían ese monto. Porque pese al esfuerzo que hacen las autoridades por sacar de las calles ese arsenal, estas retornan a manos criminales en complicidad con algunos agentes del Estado.

También causa alarma que hasta ahora el problema se concentre en guarniciones localizadas en el suroeste del país, una región con serios problemas de seguridad debido a la influencia del narcotráfico, bandas criminales y el conflicto armado. Por ejemplo, entre 2011 y 2012 en Cali se incautaron 4.615 armas ilegales, de las cuales 143 eran fusiles. Todo ese arsenal a cargo de la Brigada.

Según un investigador de la Policía experto en el tema, “no es fortuito que el carrusel se presente justamente en la zona donde se mueven toda clase de organizaciones delictivas”. El general William Torres, comandante del Comando Conjunto Suroccidente del Ejército, comparte esa tesis: “Donde hay demanda, aparece la oferta y en esa tentación criminal han caído algunos de nuestros hombres”, dice, y hace énfasis en que se trata de algunas manzanas podridas.

Pero la verdad es que en no pocos casos las autoridades documentan la participación de miembros de la fuerza pública. El 29 de abril, en el caso más reciente y doloroso para las Fuerzas Militares por el grado de infiltración, la Policía y la Fiscalía descubrieron en una operación conjunta un complot que involucró a uniformados de la base de Tolemaida y otras seis guarniciones del país.

Como consecuencia fueron detenidos ocho militares activos (siete suboficiales y un soldado profesional) vinculados a una red que hurtaba material de guerra que iba a parar a los frentes 6, 10 y la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. Según reconoció el Ejército en un comunicado, la red estaba integrada por 20 personas y durante dos años “logró comercializar cien mil cartuchos de diferentes calibres, mil granadas y diferentes armas, entre las que se destacan 30 fusiles y 10 ametralladoras M-60”.

Tres meses atrás el propio Ejército había dado otro golpe a otra red que abastecía a la Teófilo Forero, en Florencia, Caquetá. Pero lo que realmente sorprendió a las autoridades es que al frente de esa banda estaba un mayor del Ejército.

En los escándalos de Cali y Pereira que investigó la Fiscalía, los militares implicados son de bajo rango. El proceso judicial de la Tercera Brigada involucra a seis personas (dos militares, un exsuboficial y tres civiles). El caso estalló cuando el Gaula del Ejército capturó, en agosto de 2013, a una mujer que salía de la guarnición con siete revólveres en su cartera. Lo particular del asombroso hallazgo es que se las habían entregado en el armerillo, donde el inventario extraviado asciende a 466 armas.

En el caso de Pereira, el proceso, conocido en enero de este año, se documentó con audios gracias a la interceptación de 52 líneas celulares, lo que permitió establecer que algunas de las 403 armas robadas terminaron en manos de una red criminal del Eje Cafetero y del norte del Valle vinculada a la temida banda La Cordillera.Lo insólito de ese escándalo es que un año atrás el defensor del pueblo de Risaralda, Freddy Plazas, había denunciado el problema en un comité de Policía judicial, “allí conté que un arma incautada tiempo atrás apareció nuevamente en otro allanamiento”, confirmó el funcionario a SEMANA.

Hace unos días esta revista denunció la insólita desaparición de tres toneladas de explosivo Anfo de un depósito del Batallón Fernando Landazábal del Cantón Sur en Bogotá. De esa misma bodega se perdieron 4.500 estopines usados para activar las cargas explosivas. Todo quedó registrado en un artículo titulado ‘La caja de pandora’, que narra la historia del oficial que denunció esos hechos de corrupción, pero irónicamente terminó amenazado y en el exilio.

El 5 diciembre pasado la Policía sufrió una vergüenza similar cuando descubrió que 17 armas de fuego (14 pistolas y tres fusiles) desaparecieron del depósito de la Escuela de Carabineros de la institución en Bogotá. La indignación por ese hecho fue tal que la cúpula de la entidad montó una operación que dio frutos y las armas aparecieron 18 días después en una bodega de la ciudad.

En julio de 2014 el secretario general del Senado, Gregorio Eljach, reportó la pérdida de 31 armas de fuego asignadas a esquemas de seguridad de los congresistas. La entidad maneja un inventario de 148 pistolas y el tema está en investigación.

Para rematar, días antes que estallara el escándalo por las armas perdidas en el batallón de Pereira, un pelotón reportó que un grupo de indígenas embera chamí los agredió con palos y piedras mientras cumplían labores de registro y control en los municipios de Condono y Brisas de Bagadó, zona fronteriza entre Chocó y Risaralda, y que en ese incidente “fue hurtada un arma larga de dotación de la unidad militar”. El arma perdida era una ametralladora M60 y todo indica que está en poder de la guerrilla, porque la robó un miliciano que aprovechó un descuido del soldado.

Otro aspecto a tener en cuenta es que las armas que llegan a los depósitos militares permanecen allí varios años a la espera de que avancen las investigaciones judiciales en las que están implicadas, “y eso hace que los inventarios se acumulen en los armerillos y no se puedan desechar como sería lo debido”, señaló el general William Torres.

El oficial también explicó que uno de los problemas del sistema de custodia de armas es que llegan de la Fiscalía en cajas cerradas y no se pueden abrir para verificar el contenido, “por eso decidimos que no se recibirán embaladas, sino visibles para que se puedan contar”.

Por todo ello, los esfuerzos que las autoridades hacen por controlar el tráfico ilegal de armas a través de las fronteras son insuficientes frente a lo que realmente se mueve en el mercado negro local. Un fiscal que investigó esos casos dijo jocosamente que en materia de custodia de amas incautadas en el país, “pareciera que el ratón es quien cuida el queso”.

viernes, 12 de junio de 2015

Un puente hacia el pasado entre Tocaima y Agua de Dios


El Puente de los Suspiros fue la primera infraestructura colgante del país. Este patrimonio fue protagonista en la historia de la lepra en Colombia y ahora será reconstruido.


El Puente de los Suspiros fue construido en 1862 y fue la primera infraestructura colgante del país. / Cristian Garavito - El Espectador

El suspiro era la única reacción que tenían los visitantes, en el siglo pasado, al mirar el primer puente flotante del país, construido en 1862 y que comunica al municipio de Tocaima con Agua de Dios y Ricaurte, sobre el río Bogotá. Y no por su gran infraestructura o por el desarrollo que había traído consigo, sino porque todo aquel que atravesaba esos 120 metros, sabía que se dirigía a lo que hoy podría considerarse una especie de campo de concentración que hubo en Colombia, incluso antes de la Segunda Guerra Mundial. Todo el que pasara por el Puente de los Suspiros, como se bautizó desde sus comienzos, terminaría en el lazareto de Agua de Dios.

Un lazareto era el lugar a donde llegaban los enfermos de lepra de todas las partes del país. En Colombia hubo tres y uno de ellos se construyó en lo que actualmente es el municipio de Agua de Dios. Este puente resulta ser muy importante, pues es la puerta de entrada a una historia que tal vez muchos han escuchado, pero pocos han estudiado en detalle. Una historia de horror que paró en 1963, cuando la ciencia dictaminó que la lepra no es una enfermedad contagiosa y cuando, ese mismo año, el Gobierno le otorgó a este territorio la categoría de municipio.

Hasta hace cuatro años, el puente de las más crueles despedidas siguió funcionando para darles la bienvenida a los pocos viajeros que se atrevían a pasar de Tocaima a la "tierra del dolor", como se conoce Agua de Dios. Sin embargo, en vista de que solo tenía una calzada y que el óxido cada vez hacía más de las suyas, la Gobernación decidió reemplazarlo por uno nuevo, con señalización y doble carril. La vieja infraestructura de barro y arcilla, cuya entrada majestuosa tiene los rastros de pintura de carros que intentaron entrar al municipio a la fuerza, quedó relegada al lado izquierdo de la nueva obra y son pocos los que alcanzan a ver esta obra, que fue declarada en 2011 como patrimonio histórico y cultural.

Por eso, los habitantes de Tocaima le solicitaron al Instituto Departamental de Cultura y Turismo de Cundinamarca (Idecut) restaurarla y convertirla en un atractivo turístico, en la que se empiece a contar la historia de la lepra en Colombia. Un suspiro, afirman muchos, para volver a tomar aire y comenzar una nueva historia. Esta restauración, según Alejandro Angarita, asesor técnico del proyecto, costará alrededor de $1.200 millones y empezaría, dependiendo de la autorización de la administración en 2016. La idea, asegura Angarita, es volverlo a dejar tal cual era en el siglo XIX y siglo XX, con piso de madera y cables de acero, que aún funcionan.

Una historia de horror

Agua de Dios es un municipio de silencio y tranquilidad. Hasta el viento, que entra fuerte y golpea en la cara de los habitantes, no hace ruido alguno. Quien entra la primera vez a este lugar pensaría que su gente es extrovertida, pues las casas están pintadas de colores llamativos y da la sensación de una alegría permanente. Pero aquí se lleva la sorpresa de que es todo lo contrario, todos son callados y prudentes. Aunque eso sí: si necesita información o está perdido, alguien irá a su rescate.

Nuestro héroe en este caso fue Pedro Jiménez, un oriundo de Agua de Dios, quien al vernos frente al Museo Médico de la Lepra nos preguntó si necesitábamos ayuda. En menos de 30 segundos, empezó a contar la historia del municipio. La sabe él y la saben todos. Pero antes advierte: “es una historia dura, triste y hasta hoy hemos tenido que cargar con las consecuencias”.

Todo comenzó en 1833, cuando los rumores hicieron que la enfermedad de Hansen, conocida como la lepra, fuera catalogada como contagiosa. Desde ese momento, el Gobierno de la época decidió crear lazaretos. El Estado le compró los terrenos al político y escritor colombiano Manuel Murillo Toro y en 1870 ya su conformación fue un hecho. En un principio, el aislamiento era una cuestión voluntaria, pero después de que se firmara la Ley 104 de 1890, esto se convirtió en una obligación: todo enfermo de lepra debía aislarse en estos centros y no salir hasta el día de muerte. “Allí se convierte en protagonista el puente, porque los familiares de los leprosos los entregaban a las autoridades”, dice Pedro.

Año tras año llegaban a este lugar centenares de leprosos. Desde grandes hacendados, personas muy humildes y hasta músicos, como el caso de Luis Calvo, uno de los compositores más importantes que ha tenido Colombia. “Compuso los himnos de Pereira, Risaralda y el de la armada de los Estados Unidos. Sus intermezzos se escuchan hoy en el Vaticano”, explica Mario Fernando Longas, representante de la Fundación Phoenix, que administra la Casa Museo de Luis A. Calvo.

Una vez el enfermo de lepra entraba a la aldea, se debía despojar de todo, hasta de su identidad. Después de cruzar el puente, se eliminaba su cédula de ciudadanía y se le entregaba otra, con la categoría de enfermo. Había a quienes les cambiaban el apellido, porque para su familia era una vergüenza que lo portaba.

Las personas allí perdían todos sus derechos civiles: no podían votar, no podían tener hijos, ni propiedades. Además, se encontraban en un aislamiento absoluto porque la aldea estaba cercada con un alambre de púas y custodiada por retenes y una guardia de 40 policías exclusiva para el lugar. Incluso, cuando los médicos los visitaban, les tiraban los medicamentos desde los caballos para “no contagiarse”.

Agua de Dios, dicen sus habitantes, era una república independiente, pero en realidad su sinónimo sería un campo de concentración. Estaban tan aislados, que tuvieron que crear estructuras y normas propias, como hospitales, la prohibición del licor, la creación de un subsidio y hasta su propia moneda llamada “coscoja”, que conservan algunos habitantes.

Si llegaba correspondencia, que ocurría muy pocas veces, debía pasar por una máquina que la desinfectaba. Si los leprosos tenían hijos, se realizaban batidas para capturar a los bebés y llevarlos a la sala cuna, donde eran adoptados por familias de afuera de la aldea. Algunos padres desesperados por que las monjas y las autoridades no les arrebataran a sus hijos, decidieron construir canastas y colgarlas en los árboles. Cuando era la hora de la inspección, subían a los pequeños a la parte más alta.

También estaba la casa de la desinfección. En el Museo Médico de la Lepra aún se conservan los aparatos que utilizaban para los tratamientos. Según cuentan los guías, con los enfermos se realizaban experimentos médicos, que terminaban por quemarles más sus heridas y que al final se convertían herramientas de tortura. “A algunos hasta los electrocutaban”, dice Víctor Alfonso, quien realiza los recorridos.

Todos estos atropellos continuaron hasta hace 54 años. Gracias al desarrollo de la ciencia, se pudo comprobar que la lepra no es una enfermedad contagiosa ni genética, sino infecciosa y es causada por la multiplicación de una bacteria del organismo llamada Mycobacterium leprae. Además, se comprobó que es curable, a través de medicamentos. Por eso, en 1961, se firmó de nuevo otra ley para devolverles los derechos civiles a los enfermos y dos años más tarde, la ordenanza para crear el nuevo municipio de Agua de Dios.

El estigma continúa

Este municipio aún sigue siendo asociado con la lepra. Por un lado, aún hay tres albergues para quienes padecen de esta enfermedad. Todavía siguen llegando pacientes de todos los departamentos, que prefieren mejorar su estado en esas tierras cálidas, adornada por sus extensos pastales y numerosos árboles, sobre todo de mamoncillo. Así lo cuenta Luz Marina Cruz, enfermera del albergue San Vicente desde hace 27 años.

En los largos pasillos del sanatorio, esta mujer manifiesta su tristeza, porque muchos pacientes son abandonados por sus familiares. En Agua de Dios, según sus cálculos, debe haber unos 300 enfermos, que son trasladados por las EPS. Algunos, por las graves heridas, permanecen en reposo, en sus cuartos y otros, que han mejorado, hacen talleres de pintura o de jardinería.

Por esta razón y por la ignorancia de las personas, Agua de Dios no es tan visitada, a pesar de ser uno de los municipios más culturales con 16 patrimonios. La noticia de restaurar el puente es, de alguna manera, el impulso que necesitan para que los turistas no teman y venga a este lugar y para que los oriundos no escondan de dónde son. Dice Pedro que cuando va a Bogotá, si cuenta que es de Agua de Dios, la primera reacción de las personas sigue siendo el asombro y , luego, la limpieza, a veces disimulada, de las manos.

jueves, 11 de junio de 2015

Polémica en Argentina por obra faraónica de los Kirchner

El Centro Cultural Kirchner, el más grande de América Latina, ha generado controversia por costos.


Por: JOSÉ VALES | 8:28 p.m. | 10 de junio de 2015


Foto: REUTERS

El edificio de estilo neoclásico, renovado por los arquitectos locales, cuenta con más de 100.000 metros cuadrados.

Como François Mitterrand, con la Cité de la Musique o el Arco de La Défense, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, tiene su obra faraónica. Un centro cultural, el más grande de su tipo en Latinoamérica, que llevará el apellido Kirchner. Un apellido que tanto en su versión masculina como femenina, la única cultura a la que adhirieron e impulsaron fue la del poder.

Cristina Kirchner no se parece a Mitterrand ni mucho menos, pero ya se dio el lujo de dejar la impronta de su paso por el poder en lo que alguna vez fue la sede de correos más linda de Sudamérica.

Es el mismo edificio donde el difunto magnate griego Aristóteles Onassis comenzó a amasar su fortuna como un mero telegrafista, a la postre el primer empleo que consiguió tras desembarcar en Buenos Aires como polizón.

Como si el edificio estuviera designado a albergar historias u homenajes a millonarios. Onassis comenzó la construcción de su fortuna allí. El apellido Kirchner, sin nada que envidiarle patrimonialmente al armador griego, termina en su interior.

La reciente inauguración del Centro Cultural Kirchner (CCK), que aún no está terminado, en lo que fue el Palacio de Correos y Telecomunicaciones, lleva, sin duda la marca K.

Un polémico inicio

Comenzó con un programa de actividades que no supera el mes de junio y el costo de la obra fue cuatro veces más lo presupuestado en su momento, cuando se anunció que allí, la vieja sede del correo central, se levantaría el Centro Cultural del Bicentenario.

Así, entre apuros y a las carreras para que el CCK estuviese listo el día de la fecha patria, el pasado 25 de mayo abrió sus puertas, para que ese último aniversario del desembarco en el poder de los Kirchner, se pudiese mostrar lo que, para algunos, será el monumento de su época.

Y es que desde el anuncio de la obra todo lleva la impronta de los Kirchner y la forma de manejar los presupuestos.

En el 2006, cuando arrancó, se había anunciado que demandaría 900 millones de pesos argentinos (96 millones de dólares), según el ministerio de Planificación Federal. Pero hasta aquí ya se han gastado 2.300 millones (241 millones de dólares), además de otros 1.500 millones (153 millones de dólares) más de partidas adicionales.

“Es posible que sea esto a lo que se refiere el ministro de Economía cuando habla que en Argentina hay inversión productiva”, bromea crítica la diputada y candidata a la presidencia, Margarita Stolbizer.

Lo que no se ha contabilizado aún son los gastos que demandará el edificio para equiparlo, principalmente la sala de conciertos construida en forma de ballena y que el equipo de arquitectos a cargo, denominó La Ballena Azul.

El edificio, patrimonio histórico de la ciudad, comenzó a construirse en 1889 pero fue inaugurado en 1928 bajo la atenta dirección del arquitecto francés Norbert Maillard. De estilo academicista francés, albergó al correo central y el centro de distribución de correspondencia, allí donde hoy se levanta la sala de conciertos.

Durante décadas fue el orgullo de una ciudad que nunca pudo soportar sus problemas de personalidad. Siempre se sintió más europea que suramericana. Problemas que vuelve a poner de manifiesto con este faraónico proyecto, que alberga distintos y dudosos estilos en cada uno de sus pisos, en sintonía con la estética de la que goza hoy el Palacio de Gobierno, a pocos metros de allí, que en las noches luce una iluminación más digna de un cabaret que de la sede del poder político.

“Con este centro se democratiza la cultura y se abre un espacio semejante a L’Auditori, de Barcelona; el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid; el Tate Modern de Londres; y el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, de París”, explicó el arquitecto Claudio Ferrari, uno de los responsables de la obra.
Aunque ni el Gobierno Nacional ni el de Buenos Aires saben bien qué hacer con otra joya arquitectónica y cultural de la ciudad, el Teatro Colón.

“En lo que no se repara, es que la cultura popular argentina tiende a barrabravizarse cada vez más, lo vemos en cada acto de la Presidenta, en la televisión y hasta en el teatro y, a esta altura de los acontecimientos, en Argentina hay suficientes estadios de fútbol y, encima, vacíos por la violencia”, opina el sociólogo Esteban Gallego.


EL CCK cuenta con una muestra permanente de Néstor Kirchner y más de 40 salas de exposiciones. EFE

Para la ministra de Cultura, Teresa Parodi, este centro “es una ventana al mundo y una inversión a favor de la cultura”, que desató la polémica no solo por el gasto sino por el culto a la personalidad que la administración Kirchner vuelve a hacer gala.

En Argentina existe una ley que solo permite bautizar obras, calles y edificios con el nombre de un expresidente, después de 10 años de fallecido.

Pero las leyes y su cumplimento no son el fuerte de la presidenta ni de los gobernadores que a todo lo bautizan Néstor Kirchner.

Caso omiso a las críticas Al inaugurarlo aún sin estar terminado, en plena campaña electoral, dejó esta perlita:

“Parece que a algunos les molesta que lleve el nombre del expresidente. Si tanto les molesta, ¿por qué no hacen uno mejor y le ponen el nombre que quieran?”.

Pero ni el Centro Cultural, que ya exhibe una muestra permanente sobre Néstor Kirchner (con una foto de Néstor a los cuatro años en el correo de su natal Río Gallegos) y un salón que se llamará Eva Perón, hasta el más mínimo debate sobre los problemas del país, parece llevado a la discusión de niños, en un juego, como parece plantearlo la presidenta cuando recibe críticas.

Pero en ningún, momento se escucharon de su boca o de las de sus ministros, respuestas acabadas sobre qué destino fehaciente iba a tener ese nuevo espacio cultural que lleva el nombre del patriarca de la familia del poder.

“Nadie puede estar en contra de la construcción de un nuevo espacio cultural. Lo que molesta es la forma en que se impone un culto a la personalidad y, principalmente, ver lo que se dijo que se iba a gastar y lo que se lleva gastado, más todo lo que falta por gastar. Entonces arribamos a la conclusión de que lo único transparente en ese edificio es la cúpula”, agrega Gallego, en virtud de que es de vidrio.

Viejo problema

El Gobierno decidió el cierre del edificio como correo en el 2003, luego de que el Grupo Macri, a cargo de Franco Macri (padre de Mauricio Macri, actual jefe de gobierno porteño y candidato a la Presidencia), abandonó la concesión del correo tras dejarlo en la quiebra.

Tal vez por eso, el postulante a la Presidencia por la oposición no aceptó la invitación de participar de la inauguración, aunque a la postre le devolvió el favor a la Presidenta que se negó a ir a la reapertura del Teatro Colón, el 24 de mayo del 2010.

Entre cuestionamientos y falta de transparencia, dos cosas con las que los Kirchner debieron convivir durante los 12 años en el poder, los dueños del diseño vislumbran el edificio como un espacio “en donde haya gente circulando permanentemente como cuando era el edificio principal de correos”, agrega Ferrari.

“En toda la intervención del edificio lo que se hizo fue restaurar las áreas que tenían protección total por Ley; se dejó el mobiliario y la boiserie de lo que fue el sector de despacho de cartas y se construyó lo nuevo donde había protección restringida”, explica Ferrari, para quien esta obra revalorizará ese sector de la ciudad en un edificio que “tendrá mucha gente, mucha vida todo el día”.

Por lo pronto, solo se inauguró la sala de teatro y las exposiciones permanentes. Como la de Néstor Kirchner o las otras seis salas donde se despliega la instalación de la francesa Sophie Calle, denominada Cuídese mucho.

“Es factible que no vaya a haber otra obra que represente tanto y tan bien lo que fueron los años del kirchnerismo como ésta. Una fachada excesivamente bonita que viene de muy atrás en el tiempo, y un interior que busca resignificarlo todo, pero tan solo es un cascarón vacío”, explica el analista Julián Hermida.

Ir a despachar una carta o un telegrama era una verdadera fiesta para los amantes de la arquitectura, según recuerdan los de más edad y los más memoriosos. Ya no hay despacho postal pero podrán revivir cómo era aquella época ya que, las pinturas de Amadeo Dell ‘Acqua, originales junto a los añejos mostradores de madera que los arquitectos llamaron ‘el área señorial’ del Palacio, están en exposición.

Aun cuando el Gobierno no adquirió las obras de arte que conformarán la muestra permanente.

La perla del proyecto no es otra que La Ballena Azul, con capacidad para 1.950 espectadores, que viene a competir con la sala de la Usina de Arte, en La Boca, que salvo la presentación del maestro Zubin Metha, en 2013, no se llenó jamás.

Pero había que dejar una marca de estos tiempos como lo hizo Mitterrand que dejó el del suyo con la Pirámide de vidrio del Louvre. Todo, unos meses antes de la despedida del poder.

Ahora nada más falta que el edificio sea iluminado como el Palacio de Gobierno, que como confesaron funcionarios consultados, el estilo de las luces, obedece al gusto y recomendación directa de “la señora presidenta”, una devota perfecta –más que del buen gusto– de la única cultura posible según su manera de mirar el mundo. La cultura del poder.

JOSÉ VALES
Para EL TIEMPO

martes, 9 de junio de 2015

Para dónde va Argos

El Grupo Argos compró otro 25 % de Odinsa. De esta forma da un gran paso en su estrategia de ser un poderoso jugador en el sector de la infraestructura.


José Alberto Vélez es el presidente del Grupo Argos. Foto: Juan Carlos Sierra

El pasado viernes, el Grupo Argos añadió a su cadena de negocios el eslabón que le hacía falta, para convertirse en un jugador importante y de peso en el sector de la infraestructura en Colombia y en la región. 

A través de una oferta pública de adquisición (OPA) en la Bolsa de Valores de Colombia, Argos se convirtió en el accionista mayoritario (todavía sin control) del Grupo Odinsa, organización líder en el sector de las concesiones en el país.

En el transcurso de este año, Argos había comprado en bolsa el 24,8 % de Odinsa por cerca de 462.000 millones de pesos y buscaba adquirir un porcentaje adicional, entre 20 y 25 %. 

La oferta que hizo, de pagar 9.495 pesos por acción, resultó muy exitosa, pues recibió propuestas por casi el doble del máximo porcentaje que buscaba comprar. Por lo tanto, habrá que hacer una adjudicación a prorrata de las ofertas. 

Es decir, el Grupo Argos aseguró ya el 49,8 % de las acciones en circulación de la firma de ingeniería. Este paquete le representó invertir poco más de 900.000 millones de pesos.

Para tener una posición de control en Odinsa, como buscará Argos más adelante, requerirá permiso de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), que evaluará si la integración de los dos grupos cumple con las normas que protegen la competencia. Solo cuando reciba dicha licencia, el Grupo Argos podrá recomponer la junta directiva de Odinsa en la que tendrá mayoría de miembros. 

Este negocio, según analistas del mercado, es una gran movida del Grupo Argos, pues encaja perfectamente en los planes diseñados por esta organización de enfocarse en el sector de la infraestructura tanto en Colombia como en la región.

No se trata de una jugada para vender más cemento o concreto, dice José Alberto Vélez Cadavid, presidente del Grupo Argos. Odinsa no es una firma constructora y para Argos eso es un punto clave en el negocio que acaban de realizar. “Somos proveedores de materiales de construcción y no podemos competir con nuestros clientes”, dice.

Según el directivo, el interés es seguir aumentando la exposición en activos de infraestructura dadas las positivas perspectivas de crecimiento de este sector en el país.

El Grupo Odinsa es un jugador del sector de las concesiones, que nació en 1992 con la idea de ser el motor de la infraestructura del país. Hoy es un grupo dedicado a la estructuración, gestión y desarrollo de grandes proyectos que está en vías, aeropuertos, puertos, energía, cobro de peajes, entre otros. Cuenta con más de 2.100 kilómetros de vías concesionadas. 

El negocio de las concesiones necesita de músculo financiero y por ello Odinsa-Argos se puede convertir en una llave poderosa. Caber recordar que el Grupo Argos es una de las partes del trípode del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA).

Esto, de paso, pone más competido este negocio. En este sentido, muchos analistas señalan que se moverá la competencia en el mercado, donde hay otro peso pesado: Luis Carlos Sarmiento, con la Concesionaria Vial de los Andes (Coviandes), a través de Corficolombiana. El Grupo Odinsa era prácticamente la única empresa independiente con base diversificada de accionistas.

El Grupo Argos –señala Vélez– entra a apoyar el crecimiento de esta sociedad buscando que se mantenga como una compañía pionera en infraestructura y siga desarrollando concesiones viales y aeroportuarias, entre otros negocios, dentro y fuera de Colombia. 

Cabe recordar que la organización Argos está activa en varios países del continente americano en los negocios cementero, energético, portuario, carbonífero e inmobiliario. La diversificación geográfica –está en 13 países– y de negocios ha sido muy exitoso. El grupo ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado para adquirir nuevas empresas en sectores estratégicos. Los resultados han sido muy positivos. El año pasado los ingresos de esta organización ascendieron a 8,9 billones de pesos, con un crecimiento del 17 %. Ahora, con la compra de Odinsa, el grupo hace una muy buena apuesta pues se trata del sector que más perspectivas de crecimiento tiene en Colombia y en la región.