viernes, 18 de marzo de 2016

El renacer del problema de San Andrés, lo que le faltaba a Santos

Por: Juan Esteban Lewin, Jue, 2016-03-17 15:22

Hace dos semanas la revista Semana dijo que la imagen del Presidente Juan Manuel Santos estaba muy caída por cuenta de una “tormenta perfecta”. Pero parece que esa tormenta podría ser aún más perfecta: la decisión de la Corte de La Haya de hoy de estudiar dos demandas de Nicaragua, a lo que se había opuesto Colombia, es la última plaga que le faltaba a Santos.

Y, aunque faltan años para una decisión de fondo y hay muchas voces en el país que piden no reconocerla, sea cual sea, se despertó el fantasma del fallo de 2012, cuando la Corte tumbó el límite del meridiano 82 y le dio un golpe duro a la imagen del Gobierno: según Ipsos - Napoleón Franco en ese momento, la favorabilidad de Santos cayó 15 puntos y se puso en un 45 por ciento, el punto más bajo hasta entonces.

Antes del anuncio de hoy la favorabilidad de Santos ya estaba mucho más abajo que en 2012: está en un 25 por ciento según Ipsos, en 24 por ciento según Gallup y en 30 por ciento según Cifras y Conceptos.

Además, según esas mismas encuestas el país está muy pesimista en general, por una combinación de factores que van desde el aumento de la inflación y el frenazo en el crecimiento económico hasta escándalos como los de la comunidad del anillo o el sobrecosto de Reficar, pasando por el rechazo a la venta de Isagén, la posibilidad de un apagón o el proselitismo armado de las Farc en Conejo. Efectivamente, toda una tormenta.

Con el antecedente de 2012 y el estado de opinión actual, el fantasma de la pérdida de San Andrés tiene todo para ser otro golpe a la confianza en el país y a la imagen de Santos. Sobre todo porque la derrota de hoy fue doble.

La doble ofensiva nica


La Corte Internacional de Justicia tomó hoy dos decisiones contrarias a los intereses de Colombia, aunque con mayorías muy distintas.

Después del fallo del 2012 y el fuerte rechazo en Colombia, Nicaragua planteó dos nuevas demandas en 2013.

Una era que Colombia ha violado los derechos que esa decisión la dio a Nicaragua. Para ello señaló que Santos ha dicho que no va a aplicar ese fallo, ha rechazado dialogar con el presidente de Nicaragua Daniel Ortega y ha tomado decisiones como la decreto de 2013 que creó una “zona contigua integral” a las islas y cayos que creó un choque frente al fallo de la Corte.

En ese proceso está en juego la posibilidad de que Colombia no aplique el fallo de 2012, por lo que su derrota era previsible: no es fácil que una Corte acepte que no se apliquen sus fallos porque debilitaría su legitimidad.

El otro proceso, en cambio, es un debate más de fondo y que podría terminar con Colombia perdiendo aún más mar: Nicaragua dice que su plataforma continental (una formación geológica que sirve, en derecho internacional, para determinar hasta dónde llegan los derechos económicos de los países) debía ir más allá de una franja de 200 millas náuticas de distancia desde su costa, que es la que se da a todos los países por principio.

Además, pedía que la Corte de una vez creara un régimen provisional para que usara esa zona extra desde ahora.

Ante esas dos pretensiones, Colombia reaccionó asistiendo a la Corte pero solo para decirle que no podía pronunciarse. Y lo hizo con argumentos similares en los dos casos, que giraban alrededor de una decisión de Santos justo después del fallo de 2012: renunciar a un tratado internacional llamado el Pacto de Bogotá, que fue el que permitió que la Corte sí tuviera competencia para esa primera decisión.

¿Indemnización en camino?

La Corte se pronunció primero sobre la demanda por la aplicación del fallo de 2012.

Frente a ella, Colombia había presentado cinco objeciones, alegando que la Corte ya no tenía competencia porque cuando Nicaragua demandó Colombia ya no estaba en el Pacto de Bogotá. Además, dijo que el país centroamericano había demandado sin antes mostrar que había una controversia legal con Colombia y tampoco había tratado de resolver esa controversia por otras vías, que son requisitos para que la Corte admita una demanda.

La Corte rechazó esos argumentos por una mayoría muy amplia, que en una de las objeciones fue de 14 magistrados contra 2, en tres de 15 a 1 y en otra fue unánime. Los que votaron en contra de la mayoría fueron el brasilero Antônio Cancado Trinidade, el indio Dalveer Bhandari y el británico David Caron, magistrado ad hoc elegido por Colombia para este caso.

El argumento central de la decisión fue que, como la discusión gira alrededor de la aplicación de su fallo en 2012, sí puede pronunciarse. De lo contrario, abriría la puerta para que cualquier estado que pierda un litigio decida renunciar a la competencia de la Corte e ignorar el fallo, sin ninguna consecuencia.

Eso quiere decir que en los años que vienen la Corte podrá terminar condenado a Colombia porque, al no aplicar el fallo de 2012, estaría violando los derechos de Nicaragua. Es decir, podríamos terminar pagándole a los centroamericanos una sanción millonaria que resarza esa posible violación, pero no perdiendo más mar.

El mar en juego


Juan Manuel Santos presentó su paquete de medidas para enfrentar el fallo de noviembre de 2012 en septiembre de 2013. Dos meses después, Nicaragua usó esas medidas para demandar a Colombia.

Como la demanda de la plataforma continental podría terminar con otra pérdida de mar, tiene un mayor calado. Pero, sobre ella ha pasado desapercibido que Colombia estuvo muy cerca de lograr que la Corte la rechazara, lo que habría sido una victoria.

Para eso bastaba que la Corte le diera la razón a Colombia en una de sus cinco objeciones, y casi lo hace en una.

En ella, Colombia argumentó que el fallo de 2012 ya se había pronunciado sobre esta pretensión de Nicaragua de tener más plataforma continental. La respuesta de Nicaragua es que en ese fallo la Corte decidió no pronunciarse sobre el tema, no negar su pretensión, y por lo tanto sí puede pronunciarse ahora .

En su decisión sobre este punto la Corte empató 8 votos contra 8. Pero en esos casos el desempate lo determina el voto del presidente, que es el francés Ronny Abraham, que votó en contra de la objeción.

Para el presidente Abraham y otros 7 magistrados, el fallo de 2012 no decidió sobre ese punto.

Lo que ocurrió es que en esa fecha Nicaragua no había enviado las pruebas geológicas de que su plataforma continental sí iba más allá de las 200 millas a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, una entidad de la ONU que es experta en esos temas y a la que Nicaragua le debía enviar las pruebas antes de que la Corte decidiera.

Para esos magistrados, como Nicaragua envió la información después del fallo de 2012, la Corte ahora sí se puede pronunciar a partir de esos datos.

Para la otra mitad de la Corte, que resultó derrotada, en el fallo de 2012 sí se analizaron las pruebas de Nicaragua, que aportó lo que llamó “datos tentativos”. Para esos magistrados, al estudiar esas pruebas, la decisión sí selló el litigio y por lo tanto no se podía reabrir.

Pero sí se reabrió y ahora el debate no girará alrededor de si la Corte se puede pronunciar o no, sino de las pruebas nicaragüenses sobre la extensión de su plataforma continental. SI decide que tienen razón y la plataforma si va más allá de las 200 millas náuticas, Colombia podría perder más mar.

Santos uribista, parte 2

Santos dijo que la Corte incurrió en contradicciones y que Colombia no va a seguirse defendiendo en ese caso pues insistió en que la Corte no es competente.Esa posibilidad de que la Corte le quite más mar al país fue objeto de una dura respuesta de Santos al medio día de hoy, apenas minutos después de que se conociera la decisión de la Corte.

“Colombia respeta el derecho, pero exige también respeto al derecho, y eso es lo que NO ha ocurrido hoy”, dijo.

Con esa decisión, Santos reforzó un giro que dio en 2013, y que lo llevó de proyectarse como un líder regional que estaba más allá de las peleas entre países a un jefe de estado que rechaza cualquier decisión contra el territorio de su país, aun si eso le cuesta en el campo de la diplomacia.

Ese giro se dio tras la caída de su imagen: en 2012 Santos renunció al Pacto de Bogotá para que la Corte no pudiera volver a fallar contra Colombia y para proyectar una imagen más fuerte que evitaba que Álvaro Uribe quedara como único abanderado de la indignación nacional.

El cambio fue aún más notorio porque era uno de los aspectos en que Santos más se había distinguido de su antecesor. Y se reforzó después de que Álvaro Uribe regresó a la política activa como opositor de Santos y usó la sentencia para criticarlo.

En 2013, Santos tomó varias medidas endureciendo aún más su posición: dijo que no iba a incumplir el fallo sino a "inaplicarlo", decidió no negociar con Nicaragua y sacó el decreto que declaró una “zona contigua integral” que incorpora todas las islas y cayos

Como contó La Silla en ese momento, ese endurecimiento traía riesgos, porque alejaba una negociación directa con Nicaragua y, además, la zona contigua integral era una figura sin precedentes -y por ende más difícil de defender - que le daba argumentos a Nicaragua para eventualmente decir que Colombia estaba incumpliendo el fallo.

Justamente eso fue lo que argumentó Nicaragua en su primera demanda, lo que dio pie a la derrota más fuerte de hoy en la Corte y lo que podría terminar con una sentencia que obligue a Colombia a indemnizar a Nicaragua. Es decir, ya se está empezando a ver el costo en la Corte de la actitud desafiante de Santos.

Algo parecido podría ocurrir con la decisión de hoy de no comparecer más ante la Corte en el proceso por la plataforma continental. Al no asistir, no habrá cómo presentar pruebas científicas sobre la extensión de las plataformas continentales para hacerle contrapeso a las que presente Nicaragua.

“En lo jurídico, si Colombia no se presenta para su defensa, el proceso seguirá su curso. Esta vez los argumentos están más a su favor que en el pasado, y nadie los hará por ella. Nicaragua tendrá las cartas servidas y Colombia podrá arrastrar el peso de una decisión judicial que se tomó en su ausencia por décadas”, escribió la internacionalista Laura Gil sobre esa decisión.

A pesar de que costos estaban tan claros que el escrito de Gil es de ayer, Santos decidió dar ese paso. Un paso que podría evitar, una vez más, que el uribismo se quede con la bandera de la defensa del país.

De hecho, lo que dijeron hoy el presidente y el ex presidente muestra que están muy cerca en esa postura, aunque cada uno lo haga en el lenguaje que le es más usual.

"Es mejor soportar un siglo de dificultades diplomáticas que ceder un milímetro de la Patria“, fue la primera frase de la declaración de Uribe. 

“Los colombianos pueden estar tranquilos de que Colombia preservará hasta el último centímetro de nuestro territorio”, fue el cierre de la intervención de Santos. 

Falta ver si esa similitud ayuda a que la decisión de hoy no golpee la diezmada popularidad de Santos, o lo haga menos. No va a ser fácil saberlo: las encuestas volverán a salir en un par de meses y mientras tanto habrá otros factores que incidan, como lo que se anuncie en La Habana el próximo miércoles, las próximas noticias económicas, la decisión sobre si habrá apagón, e incluso los resultados de la selección, que en una semana jugará contra Ecuador.

En todo caso, aún si Santos logra el milagro de evitar que golpee su popularidad, de lo que no hay duda es de que las noticias de hoy son malas para el país.

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