viernes, 27 de mayo de 2016

Motivo del secuestro de Salud Hernández



Dos días antes que empezara la marcha por los dos jóvenes desaparecidos en el Tarra, a la que viajó Salud Hernández para participar, asistió a una reunión en la plaza central de El Tarra. Testigos afirman que las duras palabras con las que Hernández-Mora se refirió a la Asociación de Campesinos del Catatumbo (ASCAMCAT) incomodaron a los asistentes que inicialmente no la identificaron y se extrañaron por su acento. Finalmente milicianos del ELN, que estaban entre los asistentes, la recordaron por la columna publicada en El Tiempo del 10 de mayo del 2015 titulada “¿Ratas humanas?”.


Horas después la periodista desapareció.


Ratas humanas” llamó Pinzón al Eln tras la macabra exhibición de las piernas mutiladas del valeroso cabo Ávila. Pero son palabras vanas. El Ministro, al que le asignaron en el Ejecutivo el papel de halcón, sabe que con esas ratas que no representan a nadie y que los colombianos detestan, su jefe Santos negociará intereses claves del país.

Sería bueno que ‘Gabino’ y sus secuaces no olvidaran jamás que si todos los gobiernos buscaron una salida política con ellos no es por su ideario o porque tengan una mínima legitimidad política, sino por la imposibilidad de derrotarlos en un país con instituciones débiles, corrupción rampante, cultura de la ilegalidad enquistada y geografía endemoniada. Si el Estado pudiera acabarlas, la mayoría de ciudadanos no aceptaría otro circo como el de Cuba.

Y no crea el lector el cuento de que existen fisuras en la manada de roedores ‘elenos’. ‘Pablito’ y ‘Gabino’ son lo mismo, se necesitan, porque las matanzas, atentados contra la infraestructura, secuestros y extorsiones que ejecuta el primero cuentan con el absoluto respaldo del segundo. Sin ‘Pablito’ y otros comandantes igual de sanguinarios, ‘Gabino’ sería un vulgar delincuente sin peso alguno. Ningún gobierno le rendiría pleitesía, no perderían años (yo sumé 16) conversando con él sobre la posibilidad de buscar una salida negociada de su terrorismo, se limitarían a perseguirlos como a cualquier plaga delincuencial.

Por cierto que ‘Pablito’ vive fresco en el estado Apure, Venezuela, ordenando crímenes en Arauca, tras una fuga de prisión que le costó en sobornos unos 4.000 millones de pesos. Nunca escuché a Santos o al Fiscal General presionar al Gobierno venezolano para capturarlo ni a Montealegre anunciar, con bombos y platillos, que asignará varios fiscales a fin de descubrir a los cómplices de la escapada y someterlos a juicio.

Si hacemos un rápido repaso por el país, vemos que el Eln es fuerte en Arauca porque delinque a sus anchas al contar con el santuario venezolano. En el sur de Bolívar cada vez son más ricos con la expansión de la minería ilegal de oro, igual que en Chocó. En Nariño llenan las arcas con sus alianzas con ‘los Rastrojos’ para narcotraficar, pero donde más plata ganan ahora es en Norte de Santander. Gracias a la concesión de no erradicar cultivos ilícitos en el Catatumbo que hizo el Gobierno a los movimientos satélites de las Farc para conjurar el paro agrario del 2013, se triplicaron los sembrados de coca de los que también come el Eln.

En esa región, el gobierno Santos tendrá que decidir más adelante a qué grupo terrorista favorece. Los pupilos de ‘Timochenko’, de la mano de su organización Ascanca, la piden como zona de reserva campesina, mientras que los de ‘Gabino’, con su Cisca, quieren que sea zona de reserva forestal. Parece igual, pero nada es más distinto y ninguno cederá. Recuerden que entre el 2010 y el 2012 las dos agrupaciones criminales se enzarzaron en una guerra cruenta en Arauca que dejó cientos de muertos, y ya en el pasado las Farc intentaron aniquilar al Epl porque les resultaba molesto.

Como Farc y Eln han advertido que no entregarán las armas, la violencia en ese posconflicto que Santos vende está garantizada.

NOTA. ¿Tendrá el Presidente un segundo para interesarse por la vereda San Ignacio, de Puerto Rondón (Arauca)? Los campesinos viven aburridos del Eln, dueño de sus vidas y sus bienes. Matan, ‘vacunan’, deciden cuándo pueden vender sus productos y les prohíben deshacerse de sus tierras.

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