martes, 22 de agosto de 2017

El salto estratégico del Ejército Nacional de Colombia entre 1998 y 2003


Al inicio de este período las Fuerzas Militares colombianas hicieron una revisión objetiva sobre las causas de los reveses operacionales que se habían presentado en la lucha contra los grupos armados ilegales y las estructuras al servicio del narcotráfico, los cuales habían generado pérdidas de vidas humanas, secuestros y demás fenómenos de violencia que impactaron significativamente en la población civil y los uniformados.

Lo anterior derivó en el inicio de una transformación estratégica y táctica en el Ejército Nacional, la cual se complementó con los recursos provenientes del Plan Colombia1. De esta forma se logró el fortalecimiento de la Fuerza para combatir a los grupos al margen de la ley. Adicionalmente, se replanteó el despliegue de las operaciones para revertir la situación que había primado a partir de 1996. En consecuencia, para el año de 1999 comienza a darse un salto en la forma de combatir el despliegue de las Farc en el territorio colombiano. La primera manifestación de este cambio estratégico se representó en la Operación Independencia, que sirvió para contrarrestar el avance de las Farc, especialmente en el departamento del Huila.

Producto de esta nueva fase de transformación se destaca la creación de la Brigada Contra el Narcotráfico, que tuvo como principal tarea apoyar la erradicación de cultivos ilícitos y detener la expansión del narcotráfico en las diferentes regiones del país. Esta Unidad fue ampliando su radio de acción y empezó a actuar de manera descentralizada, lo cual le permitió tener coordinación con las demás Unidades de la Fuerza.

Por otro lado, durante la «zona de distensión», el Ejército Nacional dispuso de todo su tanque de pensamiento para modernizar y replantear la estrategia frente a los nuevos retos que el contexto imponía. Esto significó el aumento en la capacidad de combate frente a los ataques por parte de la guerrilla. Para el año 2001, ya la Institución contaba con más Unidades móviles, y con una estrategia proyectada a los requerimientos demandados por las instituciones y la sociedad civil. También se vieron cambios en la estrategia que permitió integrar y dar movilidad a los soldados en el campo operacional. Esto quiere decir que pasaron de estar en pequeñas bases a integrar Unidades como la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra).

En el período 1998-2001, las Fuerzas Militares actuaron de forma constante a través de su ofensiva, asimilando las lecciones aprendidas producto de las tomas guerrilleras en años anteriores. En este lapso, el Ejército Nacional pasó de contar con ocho brigadas a diecisiete brigadas móviles, lo que le facilitó ir a la ofensiva.

Para el 20 de febrero de 2002 se disuelve la Zona de Distensión y las Fuerzas Militares inician su retoma, hecho que permitió demostrar la capacidad de movilidad y de organización de la Institución. Así mismo, este fue el punto de quiebre que dio inicio al debilitamiento de las Farc.

Finalmente, la transformación de la Fuerza se consolidó con el diseño del Plan Patriota, que identificó áreas clave en Cundinamarca, sur de Boyacá y parte de Meta y Casanare, desde donde se pretendía estructurar un cerco para contrarrestar la ofensiva con la cual las Farc buscaba tomarse Bogotá. Esta intención por parte de las Farc no llegó a su objetivo, pues el Plan Patriota en su primera parte desarrolló una Operación que se denominó Libertad 1, la cual, gracias a su efectividad y buen planeamiento, neutralizó la toma de la capital. El éxito de esta iniciativa estratégica dio paso a la Operación Libertad 2, que demostró la capacidad de obstaculizar la movilidad de la guerrilla para dotar de víveres y alimentos a los frentes que se encontraban en el campo de combate.


Con este proceso de cambio en las Fuerzas Militares se adquirieron capacidades que fueron asumidas por cada integrante del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada Nacional, lo que generó la fortaleza para neutralizar los planes diseñados por las guerrillas para la toma del poder por la vía de las armas. Del período 1999-2003 se pueden destacar varios aspectos positivos que sirvieron de columna vertebral al éxito de las operaciones, como el fortalecimiento de las brigadas móviles y batallones de contraguerrillas; la creación de los batallones de Alta Montaña y de Planes Especiales Energéticos y Viales, entre muchas otras iniciativas.

Todo lo anterior permitió cortar los corredores de movilidad a las estructuras de los grupos armados ilegales, y con el acompañamiento de la Aviación, de Inteligencia Técnica y de los grupos Gaula se les fue reduciendo la capacidad de hacer daño e intimidar a la población civil, lo que llevó a un alto índice de desmovilizaciones individuales, con esto se cambió la sensación de seguridad de un país que se creía, hasta ese momento, inviable.

De igual forma, de este período es importante destacar el papel que jugó la estructura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, la cual sirvió de guía para reorganizar los Estados Mayores de cada una de las Fuerzas. Como resultado se obtuvo una mayor capacidad en la toma de decisiones en tiempo real, así como las actuaciones descentralizadas, pero coordinadas en las regiones, a fin de contrarrestar la amenaza particular de cada Unidad Operativa Mayor, Menor o Táctica.

Con esta reorganización o, como algunos especialistas denominaron en esa época, reingeniería, se lograron reducir las debilidades que había al operar de manera independiente, y así, coordinadamente, se crearon Unidades Conjuntas entre las Fuerzas Militares y planes conjuntos y coordinados con la Policía Nacional.

Esto condujo a la neutralización de los grupos armados al margen de la ley, Farc, Eln, Epl y Auc, entre otros, los cuales estaban desestabilizando la seguridad del país desde el área económica, política y social. También se destaca el fortalecimiento de la Aviación del Ejército Nacional, la cual garantizó mantener operaciones en profundidad, así como atacar las áreas base de los grupos armados, y, lo más importante, pasar de lo diurno a lo nocturno, para neutralizar los asaltos que las Farc realizaban a las poblaciones, lo que generaba un punto de quiebre en las acciones de ese grupo especialmente.

Por último, a finales del año 2003, el éxito de las operaciones permitió ocupar las áreas donde antiguamente los grupos al margen de la ley hacían presencia. Allí se consiguió la fractura de muchas columnas guerrilleras. Con este logro, las Fuerzas Militares pudieron despejar el camino para la entrada de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega en las selvas de Guaviare, Meta, Caquetá, Putumayo y Amazonas. A partir de esta ofensiva se dio inicio a la Operación JM en el año 2004, la cual tenía como objetivo final capturar a los principales líderes de las Farc, y, aunque esto no se alcanzó completamente, las Fuerzas consiguieron recuperar gran parte de los territorios del Guaviare, a la vez que fortalecían la presencia del Estado en ese departamento y reducían la tasa de homicidios, secuestros y desplazamiento forzado (Vicepresidencia de la República, 2005).