jueves, 29 de octubre de 2015

‘Rodolfo Hernández es un rico que dejó de pensar sólo en él’: su hermano, el ideólogo de la campaña


Gabriel Hernández en su casa. Fotos: Pastor Virviescas.

Gabriel Hernández es ingeniero como su hermano, el Alcalde electo de Bucaramanga, Rodolfo Hernández. Pero también es filósofo, semiótico y curador de arte. Y por los últimos dos años, el ideólogo de una campaña política que – sin maquinaria – derrotó el domingo la hegemonía del Partido Liberal en la ciudad. 

"Fue el artífice de dos cosas, la primera de convencer a Rodolfo de que hiciera una cosa distinta de hacer plata y la segunda, convencerlo de que había dos formas de llegar, una comprando la Alcaldía y otra moviendo emociones, que fue la que en últimas la que se escogió”, le dijo a La Silla Rodrigo Fernández, el jefe del equipo de empalme del nuevo gobierno.

Con música clásica de fondo, en una casa sui géneris entre paredes de colores y otras en 'obra negra', con acento santandereano, La Silla habló con él. Esta es la entrevista editada: 

La Silla Vacía: ¿Qué fue lo que ganó el domingo? 

Gabriel Hernández: Comprobar que hay un camino diferente para llegar a la Alcaldía, sin utilizar prácticas corruptas. Todo el mundo consideraba que si no lo hacíamos cediendo a ciertos procedimientos de la corruptela, no íbamos a llegar. Nosotros no practicamos eso y sí se llegó. Queda comprobado definitivamente y a ciencia cierta que hay otro camino. Eso que dicen, de que hay que afiliarse a los partidos tradicionales que están en un estado de corrupción total o no se puede llegar al poder, quedó rebasado. Eso fue lo más importante. 

LSV: Usted estuvo detrás de la ideología de la campaña, ¿cómo logro convencer a Rodolfo Hernández, un empresario, que hace cuatro años apoyó al Alcalde actual, 'Lucho' Bohórquez, y fue socio de un político muy cuestionado, Fredy Anaya, de que tenía que meterse en política pero de una manera distinta? 

GH: No fue fácil. Porque hay una creencia generalizada en todas las clases sociales, o la había, porque a partir del domingo eso cambió, había una creencia generalizada de que sólo se podía llegar con prácticas politiqueras. Como estudié filosofía y tuve la oportunidad de estudiar a Kant, porque Kant tiene mucho que ver con el arte, encontré unas herramientas valiosísimas para la campaña política. Ha habido ejemplos en el país que han conseguido mover el imperativo categórico, pero nunca lo habían hecho expreso y creo que nunca lo hicieron con esa intención. En este caso se hizo con la intención de mover el imperativo categórico. Y eso, para los que no lo saben, es aquello que tenemos todos los seres humanos de que en un momento de crisis reaccionamos a favor de la comunidad así como persona individual no nos favorezca. 

LSV: Antes de los electores, ¿se lo despertó a su hermano (el imperativo categórico)?

GH: Sí, y tampoco fue fácil. Porque, ¿qué es un rico? Un rico es una persona que sólo piensa en él, nunca en los demás, y cuando piensa en los demás es para sacar un beneficio. Llámese Rodolfo Hernández, llámese Rafael Marín, llámese Armando Puyana, los Santodomingo, todos son igualitos, todos piensan igual, ellos nunca piensan en el otro excepto para conseguir un rendimiento económico. Yo trabajé 25 años con Rodolfo y lo conozco a profundidad, además de ser mi hermano conozco cómo eran sus actitudes. Y entre más se volvía capitalista y engrosaba sus arcas, más alejado de mi estaba. Mientras yo iba hacia la sensibilidad, él iba hacia la materialidad. A él no le importaba nada de lo que fuera social, pero yo empecé a convencerlo. Primero de que él no era inmortal, que ya tenía (en esa época) 68 años y que a todos nos toca morirnos y la plata no se va para el cementerio. Yo llevo 19 años sin trabajar, me dedique a la formación, hice un magister de semiología, un año de fenomenología, contraté un tutor de la Universidad de Antioquia de estética y después estudié sólo, y todo ese conocimiento se lo empecé a trasladar a él.

LSV: ¿Cuál fue el punto de inflexión?

GH: Él me llamó un día a decirme que quería ser Alcalde de Bucaramanga y yo le pregunté que si él sabía qué era la política. Me dijo que era hacerle el bien a la gente, que es la consideración popular, pero para mí la política es la lucha a muerte por el poder y se lo hice ver, los riesgos que iba a correr, los pros y los contra, y él los aceptó. El siguiente paso fue saber qué era lo que él pensaba hacer para Bucaramanga, la visión de la Bucaramanga futura. Y como todos los ricos, no pensó sino en los estratos 4, 5 y 6. Ellos no ven más allá. Todo es de la 27 para arriba, de la 56 hasta la avenida Quebradaseca. Ahí estaba todo lo que Rodolfo quería hacer. Megaproyectos: mega autopistas, mega túneles, mega aeropuerto, un poco de cosas macro, grandísimas y exageradas. Le contesté que si esa era la visión que él tenía de la ciudad yo no participaba de la campaña. Me preguntó que por qué y le dije que la respuesta la iba a conseguir él mismo, que se fuera para el Norte (la zona más pobre de la urbe), que se fuera a hablar con la gente y a meterse en sus casas.

LSV: ¿Y cómo le fue?

GH: Un día a las 7:30 de la noche me llamó y me dijo que estaba allá en el Norte, exactamente en La Esperanza III. Toda la gente dice que es imposible bajar allá, que es peligrosísimo. Sin embargo, él a las 7 y media de la noche estaba ahí. Y en ese momento pensé que él podía cambiar, porque me dijo ‘tengo lágrimas en los ojos, yo sabía que había pobreza pero no miseria’. Al siguiente día nos reunimos y me dijo ‘ahora si entendí lo que usted quería decirme, cuál es la labor de un alcalde’. Le dije, entonces, que la labor de un alcalde es el megaproyecto social. Primero está el ser humano y después están las autopistas y los puentes y los túneles y toda esa cosa. Si no logramos resolver el problema de esa inequidad, de ese desfase entre los ricos y los pobres, entre nosotros que vivimos supremamente bien y los que muchas veces no tienen que comer en el día, cualquier otro proyecto, por fabuloso que sea, es inoperante. El problema crucial es acabar con esa diferencia tan abismal y él lo entendió. Y eso es lo valioso de él. Como todos los ricos, son prepotentes, son gritones, son groseros, a veces pasan por encima de la Ley, pero Rodolfo entendió y se conmovió con lo que vio.

LSV: Ese es el qué, pero también sé que su hermano creía que para llegar al poder tocaba de la mano de los políticos de siempre, de la política tradicional, ¿cómo lo convenció de hacer un campaña atípica, sin caciques, sin maquinaria, sin concejales?

GH: Totalmente. Esa fue una labor yo diría que titánica. No tan sólo con Rodolfo, con todos los que estaban al lado de la campaña. Hoy en día no tengo amigos, los perdí todos, todos son todos, porque me decían que yo era un dictador, que yo estaba llevando a Rodolfo a un desastre político y que Bucaramanga iba a perder la oportunidad de sacar del gobierno toda la corruptela que hay. Me atacaron muy feo, pero estaba totalmente convencido de que el camino que proponíamos era posible. Que era mucho más difícil, sí, y esa fue la razón por la cual la campaña empezó dos años y medio. Se necesitaba mucho trabajo para convencer a la gente y mostrar otra cara. Él, al principio, no estaba convencido. Estaba totalmente orientado a recibir el apoyo de los barones politiqueros que hay aquí en la región, pero yo empecé a cultivarlo, a hablarle del imperativo categórico que es la herramienta necesaria para derrotar la politiquería. Ya lo habíamos visto con Mockus, así Mockus nunca la hubiera nombrado así.

LSV: Y en ese camino, ¿a quién o a quiénes le cerraron la puerta?

GH: A muchos politiqueros, a muchos que llegaron a tratar de apoyar, entre comillas, la campaña. Los primeros meses fueron muy tristes para mí, porque no era capaz de apartar a esos personajes siniestros de la campaña. Mientras tanto, todos los días yo le dictaba a Rodolfo clases de filosofía, hablándole del imperativo, hablándole del interés desinteresado, que es otra herramienta que tenemos, ¿cuál es el interés desinteresado? Cuando usted no tiene una intención direccionada de conseguir un beneficio personal, pero aun así se beneficia. Lo convencí de que cuando uno actúa así, generalmente llega lo que uno quiere conseguir. Es decir, yo actúo recto, y si actuó así, consigo objetivos más rápidos de lo que los consigo por el lado torcido. Toda esa filosofía se la fui transmitiendo a él, él es muy receptivo, él oye, pregunta, refuta, y cuando se convence, produce el cambio. Fue un año y pico dándole a eso. 

LSV: En la recta final de la campaña, su hermano repartió 40 mil cartas comprometiéndose con un proyecto de 20 mil casas. Muchos han dicho que esa fue una herramienta populista. ¿No cedieron al final en la línea que usted propuso? 

GH: Él me llamó y me comentó que le habían propuesto hacer eso. Ya dentro del plan de gobierno, si usted lo mira, está la propuesta de las casas. No regaladas, en el proyecto no dice que sean regaladas. Es el apoyo a las clases populares para que ellos mismos construyan sus viviendas a unos precios totalmente fuera del comercio, a unos precios muy bajos. Desde ese punto de vista, yo comparto totalmente que un alcalde busque solucionar el problema de vivienda. Cuando él me contó de la carta, le dije que tuviera mucho cuidado con eso porque tenía visos de populismo si no se la aclaraba a la población las condiciones: que eso no es gratis, que eso es para los estratos más bajos que cumplan unos requisitos y que no es para el que me fuera a apoyar. Desgraciadamente la carta no llenó todo lo que les dije, eso fue en los últimos 10 días y esa fue la situación. El objetivo es laudable, tal vez a la carta le faltó ser más explícita, para que no quedara ese sabor de que era una propuesta populista. Yo odio el populismo.

LSV: En cualquier caso, les ayudó en la campaña y ganaron. Fuera de usted, ¿quién más conformó el equipo o el círculo más cercano a su hermano? 

GH: Cuando empezamos la campaña se vinieron muchas preguntas. Primero, ¿cómo es la sede? Yo le dije a Rodolfo vamos a hacer todo lo contrario a lo que hacen los politiqueros. ¿Qué hacen ellos?, abrir una sede que se convierta en un burladero. ¿Qué es un burladero?, vengan para acá, yo me comprometo a darles tales y tales cosas, lo anotan en un papelito, le piden el teléfono y toda esa cosa, y cuando llegan al poder cierran la sede, cambian el teléfono, hasta luego y se burlan los que le ayudaron. Eso es una sede política hoy en día, de todos los partidos. Le dije: yo no estoy de acuerdo que abra sede política, hágalo en su propia casa, usted tiene dos apartamentos, uno al frente de otro, utilice uno para eso. Y además, para que el pueblo sepa donde vive y el día que usted no cumpla con todo lo que está prometiendo vaya a insultarlo y a reclamarle.

Esa fue la primera cosa que yo le propuse y él la aceptó.

Después vino el apoyo de los políticos, empezó con el respaldo de ellos y los logramos espantar a todos. Todos pasaron por allá, de izquierda, de derecha, de centro. Sin ellos, yo le armé un estilo de comunicación que era un conversatorio con el candidato y una atención, que era un pequeño almuerzo, para poder distencionar y poder recibir toda la información. ¿Cuál era mi intención? Lo que hace un candidato normal es conseguir los que hacen los planes de gobierno, los técnicos, para que se lo hagan. Por eso uno mira todos y todos son excelentes. Ninguno dice que va a robar, que va a montar ordenes de prestación de servicios, que le va entregar la contratación al empresario que le dio plata. El estilo de comunicación que montamos rompe ese esquema de que eran tres personas las que deciden el plan de gobierno. ¿Y qué se hizo?, reunimos 14 mil personas en esos almuerzos, se recibió la información del pueblo y de ahí salió el programa. 

LSV: Bueno, fue sin políticos, ¿pero quién sí conformó el círculo?

GH: Estaba el publicista, que es el de HG (la constructora del Alcalde electo), y el otro era yo. Yo me encargué de la parte filosófica y él del marketing. Y los otros asesores fueron las 14 mil personas. Además, hicimos otra cosa. Le dije a Rodolfo: usted es un excelente ejecutivo en la empresa privada pero no tiene idea del manejo del Estado, por eso le propongo que hagamos unas conferencias con personas que tengan el conocimiento profundo, que sean honestos y lo formen a usted. Hicimos unas 20 conferencias, casi que clandestinas, porque muchos eran empleados de las entidades oficiales. Nos tocaba a puerta cerrada. Nos dictaron conferencias de salud, de vivienda, de transporte, de movilidad, de contratación, de educación, de todos los tópicos que tiene que manejar un Alcalde y así duramos como seis meses, para que él entendiera el manejo público. Y ahí empezó a entender que no era cómo manejaba su empresa. Todo esto hizo que fuera distinto a lo que hace un politiquero. Yo estoy totalmente convencido de que cuando hay un camino errado uno tiene que ir en el otro sentido. Como decía Einstein, si usted quiere cambiar no siga haciendo lo mismo.

LSV: En el programa de gobierno hay muchas obras comprometidas (casas, canchas, parques, salones comunales), pero en el fondo, ¿cuál es la ciudad que se están imaginando? ¿Hacía donde se va a conducir a Bucaramanga en el próximo gobierno?

GH: Hacia una ciudad más equilibrada socialmente. Desgraciadamente nosotros, que estamos en estratos 4, 5 y 6, no valoramos eso. La obra más grandiosa que puede hacer un político es la equidad social. A los pobres no hay que regalarles nada. La mayoría de las construcciones en Bucaramanga son ilegales y las han hecho los pobres. Todos los tugurios y todas las casas son ilegales, no han pasado por planeación ni por la curaduría y, sin embargo, fueron capaces de construirlas. Ellos son capaces de hacerlo, pero necesitan el apoyo del Estado y el Estado, en cambio, es persiguiéndolos porque ellos están haciendo. Es al contrario, hay que ayudarlos para que con el potencial que tienen construyan sus propias casas y resuelvan sus propios problemas. Y el gobierno coadyuvando. Entonces la que yo soñé no es de puentes, no es de aeropuertos, no es de túneles. Para mí la mayor de las desgracias sería haber apoyado esta campaña para que termine en la Alcaldía haciendo los megaproyectos que nos benefician es a nosotros, que andamos en carro y somos el 20 por ciento de la ciudadanía.

LSV:Cuando su hermano era gerente de su propia empresa, mandaba y lo que dijera se lo aguantaban. Ese desparpajo puede que no funcione en la Alcaldía, ¿usted también lo convenció de que dejara las groserías?

GH: Sí y me tocó duro. Un día me le enfrenté y le dije que o dejaba de decir groserías o esto sería un desastre. Le dije que no tenía que cambiar si no tres palabras, que no las pronunciara y se arreglaba el problema. Le cuesta trabajo porque esa es una cuestión adquirida y metida en su inconsciente y se le sale. Pero, al final, unos amigos de él dijeron que me lo había tirado, que ya no era el que conocían, que le faltaban los hijueputazos. No la mejoró en un 100 por ciento pero sí en un 50 por ciento, cosa que le ayudó. Ahora, vuelvo y le repito, él era un ejecutivo, un alto ejecutivo, con mentalidad de rico. Quizás el éxito más grande no es haber ganado la Alcaldía. Tal vez para él, no para mí. El éxito mío es haberlo cambiado a él, ponerlo a pensar en el otro y no solamente en él. Hoy en día HG (la constructora) no tiene sino dos proyectos, cuando tenía 15 o 20 proyectos, como Marval. Él creía que su misión era hacer plata. Confundió un medio y lo volvió un fin. A los 70 años se vino a dar cuenta que estaba totalmente equivocado. Usted que lo conoce, que ha hablado con él, habrá notado que Rodolfo ha cambiado, ya piensa de otra manera, ya tiene en cuenta a la gente. Por eso, la peor frustración que me pudiera pasar a mí, es que el no invierta el 70 por ciento o el 80 por ciento del presupuesto en los pobres.
Los concejales

LSV:¿Cómo lidiar con un Concejo de oposición, que en su mayoría representa lo que su hermano derrotó en la campaña?

GH: Ese fue otro tema importantísimo. Nos dijeron que teníamos que llevar concejales y me opuse rotundamente a eso. Todo el mundo decía: ‘pero cómo, si los concejales son los que hacen las campaña, son los pregoneros’. Les decíamos que no, que teníamos que producir un hecho emocional de rechazo a la politiquería y con eso ganaríamos. ¿Por qué no a los concejales? Porque los poderes no se pueden amangualar el uno con el otro, así se acaba la democracia y eso es lo que está sucediendo en este momento. El gobierno es apoyado por unos concejales y hasta ahí llegó la soberanía y la independencia del Concejo, porque está siendo comprado. ¿Dónde está el control político cuando el Alcalde les dio plata en campaña? Se acaba el control. Hay un amancebamiento que nos tiene dañados.

Cuando un candidato al concejo nos pidió plata, se me ocurrió preguntarle; ‘oiga, ¿por qué ustedes le piden plata al candidato a la Alcaldía y no es al contrario, que él le pida plata a los candidatos al concejo?’, me respondió que esa era la costumbre. Y le respondí que no, que esa no era la costumbre, que pedían porque parten del principio de que el Alcalde es el único que tiene chequera y, como la tiene, tiene que llegar a robarse lo que les dio. Esa es la razón, desde el principio lo están induciendo a que se vuelva un ladrón. Y es tan sinvergüenza el candidato a la Alcaldía que acepta la condición de ladrón. Eso fue una pelea tenaz y la gané.

LSV: Eso fue en la campaña, pero ¿cómo van a gobernar?

GH: Como gobernaban antes no. Que es que tengo la coalición, ¿qué es la coalición? Unos concejales comprados por el alcalde. Eso no debe haber. Lo que debe haber es debate político y que el concejo ejerza su función y sea el veedor de la gestión. ¿Qué entonces no aprueban los proyectos? Pues muy fácil, si el señor Alcalde está proponiendo ejecutar unas obras para un sector de la población y hay que pasarlo por allá, y el concejo empieza con sus mañas a pedir contratos y no se aprueba, se lleva a los afectados para que se enfrenten con los señores concejales. Y que le digan al pueblo, que expliquen por qué no aprueban. Si tienen razones, las debatimos. Si es porque no les damos las porquerías que piden, que se lo digan a la gente.
Los símbolos de la campaña

LSV: ¿Por qué lo posicionaron como 'el ingeniero'?

GH: ¿Qué es un ingeniero? Una persona que construye, que se ven las cosas que construye, y eso cala en la gente. Y como Rodolfo es ingeniero y eso fue lo que hizo toda la vída: construir y construir y construir. Tomamos esa decisión. Pero no me ha preguntado que por qué lógica, ética y estética.

LSV: Adelante, ¿por qué?

GH: La lógica es la base de la ciencia, en el gobierno necesaria para saber si realmente se necesita una obra. La ética, la de mi padre que fue un campesino incorruptible, y en esta campaña esa fue la lucha más dura que me tocó dar. Alguna gente nos decía que tocaba doblegarnos, que el torcidito y la curvita, ser corrupto a medias. Y yo no lo permití, o somos corruptos o no somos, una de las dos. Esa erá y será la ética, que todo lo que se haga en la administración pública sea transparente, sin curvas. Y la estética, cuando Aristóteles dijo de la catarsis, ¿qué es la catarsis? Que cuando usted se enfrenta a un objeto bello se produce la atenuación de las pasiones. Cuando se va a un concierto de musica clásica de alto nivel, ¿usted cuándo ha visto que se insulten o se agarren a botellazos o a patadas? Nunca, se produce una introspección profunda y la gente entra en la espiritualidad. Pero, ¿qué pasa cuando uno se enfrenta a lo vulgar, que es lo contrario? Se produce lo opuesto, se exacerban las pasiones. Por eso nadie quiere tener una cantina de rancheras al lado de su casa, porque sabe que tarde o temprano se agarran a botellazos o puñaladas o a tiros. Ahí está la explicación de la importancia de la estética, así sea en un discurso: ponga a Gaitán, estético, ponga a Serpa, un vulgar. Todo lo que usted haga, así sea un paradero de bus, tiene que ser estético.

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